La Navidad de Vigo sigue siendo motivo de grandes controversias. Lo que inicialmente nació como una celebración, sobre todo, para la ciudadanía de Vigo, año tras año ha ido creciendo de modo imparable y actualmente se ha convertido en las Navidades de Vigo para la gente de fuera.
Así, durante los festivos y los fines de semana, la gente de Vigo evita acudir al centro, y si lo hace, en cuanto ve acumulaciones de gente da la vuelta. Las incomodidades son numerosas y notorias y no se deben obviar.
El tráfico, en los días de mayor densidad de visitantes, es imposible; por supuesto que a nadie de Vigo se le ocurre meterse en coche por las calles del centro y aledaños, pero a veces es necesario salir de la ciudad en dirección a Pontevedra, una salida que se convierte en un auténtico calvario, y lo mismo para entrar, y no digamos para quienes vivan en las zonas más afectadas por esa fiesta que tanto gusta y alegra a los de fuera.
Se ha perdido la oportunidad de aglutinar a la ciudadanía de Vigo en torno a una fiesta, como ocurría en los primeros años, ahora, en cambio, se está consiguiendo que todo el mundo la deteste.

























