Hace años que la ciudad de Vigo necesita un PXOM (Plan Xeral de Ordenación Municipal). Por diferentes motivos que escapan de la comprensión de la ciudadanía, las directrices oficiales que rigen el desarrollo de la ciudad más grande de Galicia han estado bloqueadas. A la vista de la calle, igual da quién tenga la culpa, unos y otros, pero la realidad es la que se ve. La opinión de la ciudadanía de a pie es que la ciudad ha ido creciendo —-y sigue haciéndolo—- casi al albur o al capricho de quien va concediendo unos permisos que van a cuentagotas y con mecanismos que no parecen transparentes. Y como consecuencia de ello, con tantas dificultades y escasez de viviendas, los precios de compra y de alquiler en la ciudad de Vigo han ido elevándose vertiginosamente durante los últimos años.
Así las cosas, unos cuantos se siguen enriqueciendo mientras la población llana ve la vivienda como algo inalcanzable a pesar de ser un derecho constitucional, tal como está establecido en el artículo 47 de la Carta Magna Española, que dice literalmente: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”.
Ahora, al cabo de años de una espera casi interminable e incomprensible, parece que el esperado PXOM de Vigo está próximo a aprobarse, según dicen. Sin embargo, ese plan llega un poco tarde y quizá no pueda resolver realmente todos los problemas de vivienda que tiene una ciudad cada vez más tensionada, aunque no se reconozca oficialmente.