Resulta absurdo que la ciudad de Vigo siga siendo la única población donde no existe señalización oficial sobre el Camino de Santiago, una peregrinación que por motivos religiosos, culturales o, siquiera turísticos, consigue trascender fronteras y sigue seduciendo a miles y miles de personas de todo el planeta desde hace siglos, mucho antes de que Vigo existiera como ciudad.
Las rutas de peregrinación a Santiago de Compostela, como es sabido, son numerosas y las más importantes parten del norte de Francia y también de Portugal. La ruta portuguesa por la costa recibe el nombre de “Caminho portugués da costa” y pasa por la ciudad de Vigo, que no aprovecha ese privilegio para unirse a una tradición que conlleva una notable repercusión turística.
Es evidente que Vigo, al no señalizar el camino, está dando la espalda a esa oportunidad de enriquecimiento. Sin embargo, los peregrinos, de un modo u otro, continúan la ruta y muchos de ellos, en vez de hacer parada en una ciudad olívica que no les facilita las cosas, la hacen en la vecina Pontevedra, donde existe un concello progresista y donde la señalización es notoria y muy clara, una ciudad en la que el número de peregrinos es muy relevante y va en aumento año tras año. Porque la señalización del histórico Camino de Santiago no es una cuestión de colores políticos, es una cuestión de sentido común.