En la ciudad de Vigo existen numerosos edificios a la espera de su derribo o necesaria restauración. Así llevan años, algunos de ellos con el vergonzoso cartel de “Derribos urgentes”, sin que nadie se haya inmutado hasta ahora. Por fin, el Concello de Vigo ha decidido tomar cartas en el asunto y ha comenzado a dinamizar esos casos que, además del tremendo feísmo urbano, constituyen un enorme peligro para el entorno. De cualquier modo, para evitar la acumulación de esos casos tampoco estaría de más que el Concello contara con un mayor número de personas dedicadas a la inspección técnica, porque el número actual es vergonzoso e insuficiente. Y puesto que ya existe un PXOM, el Concello debería arbitrar métodos eficaces para evitar que este tipo de situaciones puedan atascarse y convertirse en indefinidas. Ya era hora.