El radiofaro de Cabo Estai, un punto esencial para la navegación en el sur de la ría, ha cerrado un capítulo histórico. Tras la reciente jubilación de Luis Martínez, el último técnico de señalización marítima de la Autoridad Portuaria que residía en sus dependencias, las instalaciones han sido clausuradas. El Puerto ha procedido a tapiar la antigua vivienda del técnico y el edificio que albergaba las radios y el radar, una medida preventiva para evitar posibles actos vandálicos.
Este enclave, situado en una zona privilegiada y batida por el Atlántico, flanqueada por el Instituto Español de Oceanografía y la única playa salvaje del municipio, Areal das Rochas, se enfrenta ahora a una nueva vida útil.




La automatización que pone fin a una tradición
La jubilación de Luis Martínez marca el fin de la figura del torrero en este punto vital de la ría. Si bien el trabajo de los técnicos de Ayudas a la Navegación (la evolución de los antiguos fareros) sigue siendo crucial, centrado en velar por el correcto funcionamiento de todas las señales y mantener unos estándares de disponibilidad exigentes, las señales que guían el canal sur se han automatizado. Este proceso ha hecho que la presencia permanente en Cabo Estai deje de ser imprescindible.
La labor de los técnicos hoy se concentra en la inspección de todas las señales marítimas y la coordinación de reparaciones, minimizando los riesgos del antiguo oficio de torrero, que ahora se desarrolla con el apoyo de la tecnología.
Un haz de luz con historia y futuro
El recinto de Cabo Estai, actualmente vallado y de acceso restringido, es un elemento fundamental para la seguridad marítima. No se trata de un faro tradicional con una linterna de luz giratoria, sino de un radiofaro y sirena que opera como una enfilación, es decir, emite un haz de luz intermitente hacia un punto fijo para ayudar al posicionamiento preciso de los barcos que entran y salen de la ría.
La propiedad de estas instalaciones tiene también su propia historia administrativa. Pertenecieron al Servicio de Costas del Ministerio de Agricultura hasta 2012, fecha en la que pasaron a ser gestionadas por la Autoridad Portuaria de Vigo.
Fuentes de la Autoridad Portuaria han confirmado a este medio que, tras la clausura, ya «se están barajando nuevos usos para estas instalaciones». La ubicación, con vistas inigualables frente al mar, augura un futuro prometedor para el enclave, que podría reconvertirse en un espacio de valor cultural o social.

























