La campaña «Rutas con sentido: más rutas, más libertad» acaba de ponerse en marcha en Vigo con el objetivo de «invitar» a los vecinos y vecinas de la ciudad a proponer nuevas conexiones de autobús.
Lanzada por la compañía FlixBus, la iniciativa pretende «dar voz» a la ciudadanía y «visibilizar» las limitaciones del actual sistema de autobuses de larga distancia en España y la «falta de conectividad que existe a día de hoy».
De este modo, han puesto en marcha una campaña buscando que los ciudadanos propongan nuevas rutas a través de una encuesta online. ¿La finalidad? «Demostrar la necesidad de una movilidad más justa, moderna y accesible», argumentan desde la propia compañía en un comunicado remitido a los medios.
«¿Qué rutas de autobús te gustaría tener?». Con esta pregunta directa arranca la encuesta que ya se puede cubrir a través de este enlace. Preguntando por ciudades tanto gallegas como del resto del territorio nacional o de países extranjeros así como la frecuencia ponen el foco también en la prohibición del «cabotaje», una media que, como matizan, «impide a operadores internacionales realizar trayectos internos dentro del país».
Así, la compañía privada de transportes busca identificar las «verdaderas necesidades» de movilidad de la población pero, sobre todo, «poner sobre la mesa» la problemática creciente y el «impacto negativo» de la prohibición del cabotaje.
Una oportunidad bloqueada
Con todo, señalan que Vigo es un caso «especialmente representativo» ya que «si la normativa lo permitiera», la ciudad podría contar «con más y mejores conexiones directas a destinos como Santiago de Compostela, A Coruña, Oviedo, Santander, Bilbao o San Sebastián», explican.
Sin embargo, aunque estas rutas ya existen como parte de líneas internacionales, «los ciudadanos no pueden beneficiarse de ellas debido a la actual prohibición del cabotaje por parte del Gobierno de España».
De hecho, algunas de estas rutas existen pero muchas de ellas no circulan todos los días o tienen muy pocas frecuencias, en ocasiones sólo de madrugada.
«Vigo carece de conexiones directas en autobús con más de una veintena de capitales de provincia», señalan, calificándolo de una «desconexión» que limita el acceso a viajar «a precios asequibles».
Además, apuntan también a la perspectiva medioambiental. «Los autobuses ya circulan por estas localidades, pero no pueden recoger ni dejar pasajeros», detallan. «Esto supone un desperdicio de capacidad operativa, fomenta el uso del vehículo privado o compartido, incrementa las emisiones y encarece el coste social de la movilidad».
Y recuerdan que las rutas propuestas por FlixBus «no requieren de subvenciones públicas» puesto que la compañía opera a través de «un modelo eficiente que combina innovación tecnológica y colaboración con pequeñas y medianas empresas españolas del sector, lo que permite ofrecer nuevos servicios sin coste para la Administración».
«FlixBus tiene los recursos financieros y capacidad técnica para conectar Vigo a muchos otros puntos de la Península Ibérica. Solo necesitamos que el Ministerio de Transportes aplique correctamente el reglamento europeo sobre cabotaje», afirmó Pablo Pastega, vicepresidente de FlixBus para Europa Occidental.
España, una excepción en Europa
España es el único país europeo en el que viajar en autobús de larga distancia resulta a menudo más caro que en tren. En muchos casos, los billetes nacionales superan el precio de los trayectos internacionales. De hecho, recuerdan, las tarifas españolas «son las más caras de Europa y duplican las de países vecinos como Portugal o Italia».
En cambio, países como Alemania, Francia, Italia, Portugal e incluso Rumanía han introducido apertura de sus mercados de autobús de larga distancia siendo los beneficios «evidentes», detallando aquí reducción de precios, aumento de rutas y frecuencias, mejora de servicios y mejor cobertura de las zonas rurales.
Un sector «en retroceso»
Por último, desde FlixBus apuntan que en la última década, el transporte de larga distancia por carretera en España ha perdido más de 17 millones de pasajeros y que muchos de ellos «no se han trasladado al tren, sino que han optado por el coche particular o compartido, lo que implica un mayor impacto ambiental, mayor coste y menor accesibilidad».
Además, más de 2.000 empresas del sector han desaparecido, «reflejo de un modelo concesional rígido y desfasado que ya no responde a las necesidades reales de la población», finalizan.