Las posibilidades de que el propietario de un turismo se lo encuentre con los cristales o los retrovisores destrozados cuando vaya a recogerlo es alta si lo ha dejado aparcado en el Camiño de Sabarís.

Se trata de una senda estrecha, poco conocida y poco transitada, junto al cementerio de Pereiró y muy cerca de la factoría de Stellantis y del estadio de Balaídos, en la que hay un rudimentario cartel en el que se puede leer: «No aparcar, se avisa grúa».
El cartel es cualquier cosa menos oficial, pero el aviso existe. Por lo demás, la senda es tan estrecha que si se aparca un turismo hay que arrimarlo bien a la hierba que perfila el camino porque de otro modo ningún otro coche podría pasar por allí.

El caso es que en los últimos días, algunos conductores que osaron dejar sus coches ahí, se los han encontrado a su regreso con notables desperfectos. Algunos, sin ventanas. Otros, sin espejos, con lo que eso supone.
De momento, se desconoce quién puede haber sido el causante de los destrozos pero el enfado de los propietarios de los vehículos es mayúsculo.


























