Empezó este año el otoño únicamente en el calendario, sin trasladar sus rigores al día a a día de los vigueses y de los gallegos, que lo esperábamos con la ropa de abrigo sobre la cama. Pero el principio del otoño no fue sino una prolongación de un buen septiembre. Con cielos azules y nubes contadas y días de playa y bermudas.
Cuando nos dijeron que iba a llover, llovió, aunque nunca con ese brío y esa persistencia con la que acostumbra a llover en otoño, cuando se anegan los sumideros y se encharcan las calles y los parques y aletean las contraventanas mientras asusta el silbido del viento.
Un poco de eso, en todo caso, se aproxima por fin, según los que saben leer el braille de las isobaras. Trasladado al lenguaje del hombre o la mujer del tiempo: «La llegada hoy de un frente activo traerá un episodio de lluvias y vientos. Por la tarde, el viento se intensifica con rachas muy fuertes en el litoral en zonas altas. por la noche, lluvias localmente fuertes y persistentes, especialmente al oeste y al sur de Galicia».
Es decir: es esa zona en la que viven la mayor parte de los lectores de Vigoé. Dice Meteogalicia que a nosotros, en el sur de la provincia de Pontevedra, nos toca la lluvia de madrugada. Lluvia a calderos, eso sí. Y que mañana viernes la cosa se pone fea a partir de las seis de la mañana y durante toda la jornada en el mar. En ambos casos, alertas amarillas.
En estas circunstancias, los consejos son los de siempre: no te expongas, si lo puedes evitar. Nada de acercarse demasiado al mar para obtener esa toma de Instagram, vigila por dónde caminar, no metas los pies en los charcos, etcétera.
La lluvia, en todo caso, no durará mucho. Las isobaras dicen que es muy probable que el sábado podamos dejar el paraguas y las katiuskas en casa. ¿Durante cuánto tiempo? Pues eso, ya se sabe, depende, que para algo esto es Galicia. Pero no descartes que el otoño haya venido para quedarse y que el domingo vuelva a llover.























