De cuantos miradores tiene Vigo para el disfrute sin barreras de la ría, tan cara a los vigueses, ninguno ha desarrollado un vínculo sentimental con la ciudadanía como el del Paseo de Alfonso, el cual lleva tantos años siendo maltratado, ninguneado y alejado por barreras de plástico de los transeúntes, que no faltan quienes dudan que volvamos a disfrutar de él como lo hemos hecho desde 1931.
Lo cree la asociación Vigo Histórico, que lleva años cuestionando las decisiones tomadas por la corporación municipal, y muy especialmente las vinculadas con la peatonalización de la Puerta del Sol y el túnel que la acompaña. Las llevan cuestionando los mismos años que van desde que se puso la primera piedra, casi seis. Y los que faltan para los vigueses vean terminada esa actuación, pero esa es otra historia.
El caso es que, desde Vigo Histórico, tienen claro que lo que recibirán los vigueses cuando termine todo esto, no será ni parecido a lo que tenían. ¿Mejor? ¿Peor? Pues eso es algo que tendrá que decidir cada vigués, pero basta asomarse hoy al balcón de la ría para ver cómo trepan los edificios del Barrio do Cura para ir formándose un criterio.
«Las obras avanzan inexorablemente, y se anuncia ahora el desmontaje de las esculturas y la barandilla que decoran y delimitan el Paseo. Y como tantas otras cosas, se nos olvidará que estuvieron allí y volverán quizá cuando y cómo se les ocurra a los diseñadores de la modernidad. Y de paso, ignoraremos que nos lo devolverán modificado, cercenado, diferente de la imagen que todos tuvimos. Pero el Paseo de Alfonso habrá desaparecido, ese espacio democrático e igualitario que nos pertenecía, y que formaba parte de nuestra identidad y memoria», afirman desde la asociación.
¿Exageran? Tal vez. El tiempo dará y quitará razones. Hay quien teme también por otros elementos de nuestro patrimonio, como es el caso del lavadero de A Barroca, que el alcalde prometió devolver en perfecto estado a su lugar original.
En todo caso, desde Vigo Histórico creen que el daño ya está hecho: «En los últimos tiempos vemos avanzar las obras del Barrio do Cura, y con ellas la pérdida de una oportunidad para la creación de espacios para el disfrute público, en el centro de Vigo. Pero también la degradación de nuestro mejor mirador: el Paseo de Alfonso XII. Ese espacio singular que viene siendo descuidado sin disimulo por el Concello desde hace largos años, como si se deseara que le perdiéramos afecto. Un espacio desde el que la vecindad se asomaba a la Ría de Vigo, una mirada ahora cercenada por la glotonería edificatoria y la permisividad administrativa. Y nos preguntamos, ¿quién va a compensar la pérdida? ¿A quién podremos reclamar este saqueo? ¿Quizá a los que beneficia, o a aquellos que lo permitieron?»
Los miembros de Vigo Histórico inciden en sus críticas mientras lamentan la actitud del Gobierno local, que con el alcalde Abel Caballero a la cabeza, no ha escatimado críticas hacia quienes forman parte de la asociación: «una inmerecida crítica pública; una crítica desde el poder que interpretamos como el único recurso -enfrentamiento antes que diálogo- de políticos para los que la democracia parece limitarse al cuatrianual acto de la votación», dicen desde la Asociación Vigo Histórico.
Entretanto, el desmontaje de la barandilla de Alfonso XII, con sus querubines sosteniendo los escudos de Vigo y Galicia, ha comenzado, tal y como adelantó Vigoé. Se espera que regresen. Falta por saber cómo habrá cambiado para entonces su hogar.






















