Llevan en el mismo sitio desde el año 1930 y no hay vigués que en algún momento de su vida no haya pasado la mano por la cabeza de alguno de los ocho querubines que en parejas jalonan la balaustrada del Paseo de Alfonso XII.
Los querubines, junto con la barandilla de hierro y las farolas procedentes de la fundición viguesa ‘La Industriosa’ forman parte de uno de los principales conjuntos patrimoniales, culturales e históricos de la ciudad puesto que la mejora del Paseo de Alfonso comenzó por el año 1875. 


Pues bien, esos querubines que tan reciamente han aguantado aguaceros y temporales, tardes de sol implacable, y el manoseo incansable de los vigueses a los que tan caros son, están a punto de irse a otra parte junto con los escudos de Vigo y Galicia que soportan. Lo han aguantado todo, menos el avance del Barrio do Cura.
Este lunes, los operarios aplicaron goma laca a la piedra para marcar y desmontar. Los querubines se van. Y con ellos, la verja verde. Y, de paso, la parada de taxis, que ha sido trasladada a Falperra. 


Son desmontajes necesarios para continuar con las obras, en el corazón mismo del Casco Vello, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde el año 2006, misma fecha en la que se aprobó el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Vello de Vigo (Pepri), estando sometido así a condiciones de especial protección y preservación en cuanto a los elementos patrimoniales que en él se encuentran.
Es de suponer, por tanto, que los querubines se toman unas vacaciones y que por un tiempo, veremos cuánto, vivirán ajenos a las miradas de los vigueses, que con seguridad se mantendrán vigilantes para que regresen. 
Se trata de figuras icónicas de la ciudad, realizadas por el maestro cantero Camilo Fernández Correa, como así lo confirma el historiador del Instituto de Estudios Vigueses, José Luis Mateo, quien explica que «erróneamente» se atribuyeron al escultor Camilo Nogueira.
Más conocido como Camilo “O Roxo” -«porque era pelirrojo», como apunta Mateo-, el autor de los querubines se formó en la Escuela de Artes y Oficios entre los años 1919-1920, realizando así cuatro parejas de ‘angelotes’ que, a día de hoy, aunque por poco tiempo, todavía permanecen encima de la balaustrada ofreciendo una imagen muy característica del entorno.
«O Roxo» era natural de la parroquia de Castrelos, concretamente del lugar de Falcoa. Nació el 20 de febrero de 1902 y falleció en el año 1987. Fue su hijo Camilo Fernández Alonso el que, en el año 2016, quiso reivindicar la autoría de «O Roxo» con respecto a los querubines del paseo ante el departamento de Patrimonio Histórico del Concello, recogiendo después, Moncho Iglesias y el Instituto de Estudios Vigueses, esta iniciativa confirmando que así había sido.
Así pues, estas figuras de piedra que durante tantos años han vivido de espaldas a la ría pero de cara a los vigueses, que tuvieron en el Paseo de Afonso una de las paradas principales de tranvía y bus, desaparecerán de su lugar original por un tiempo. Esperemos que regresen tan lozanos como se van.
			





















