Nadie puede predecir con exactitud, como es sabido, en qué momento la naturaleza, en justa comunión con la gravedad, está llamada a completar el trabajo que de ella se espera y obligarnos a pasar por el excusado, también llamado inodoro, váter, retrete o letrina. Y no podrá ser mayor la gratitud de quien a punto está, quiera o no, de hacer de vientre, o de quitarse un peso de encima, si se le ofrece un lugar donde hacerlo. Y si ese lugar es gratuito, aseado y poco transitado, mejor que mejor o miel sobre hojuelas.
Sin embargo, y aunque sobre lo anterior seguramente exista un consenso casi universal, no ha podido evitar el vecindario del Casco Vello y también quienes por allí pasan arquear una ceja o incluso las dos al toparse de frente con la oferta del Concello de un baño público y navideño para todos aquellos que lo precisen.
La oferta ha sido bien recibida, lo que sorprende es la forma y el lugar escogido por el Concello para hacerla: un cartel con el logotipo de la Navidad de Vigo plantado en la verja que rodea al olivo bicentenario, incluido en el catálogo de árboles singulares de Galicia. Y aunque el cartel tiene una flecha que apunta hacia el oeste, hacia la calle Poboadores, hay quien teme que dé lugar al error.

«Es cierto que está bien visible, pero podían haber encontrado otro sitio. Un niño podría interpretar que se puede cagar en el olivo. Y el olivo merece un respeto», ha dicho Ana, una ex vecina del Casco Vello, a Vigoé, al ver el cartel a los pies de uno de los símbolos más queridos por los vecinos de la ciudad.
«Lo habían puesto en la lámpara de Adalín (la decoración al final de Elduayen) de tal manera que la gente entraba en el local El Castro, pero los duelos protestaron. Entonces no se les ocurrió mejor idea que ponerlo ahí. Podían haber escogido la farola que hay en el mirador, que se ve bien. Pero no, prefirieron escoger la barandilla del olivo», cuenta María José Varela, miembro de la asociación Vigo Histórico. Este colectivo fue el primero en criticar la forma elegida por el concello para mostrarnos a todos dónde encontrar alivio a nuestros desvelos.
En realidad, basta poner un poco de atención para saber que hay que seguir el camino que indica la flecha. Luego, es importante tener paciencia, una virtud que escasea cuando la necesidad aprieta, para encontrar los baños. Están en la calle Poboadores y se los reconoce con facilidad porque son baños químicos, muy habituales en los conciertos, aunque de un blanco inmaculado que invita a conocer su interior y deponer a gusto, sin prisas.
Importante es precisar que, como bien indica el cartel, uno podrá desahogarse gratis pero en horario restringido, que va desde las cinco de la tarde hasta las diez de la noche. No es aconsejable tener un apretón fuera de ese horario, porque nos encontraremos con que el trono está cerrado de par en par, así que es importante no confiarse y, si es posible, salir servido de casa. En caso contrario, la respuesta está en el olivo.


























