Las visitas guiadas que este miércoles se iniciaron al emblemático e histórico edificio del Teatro Cine Fraga contaron con la presencia de familiares directos del mecenas del cine gallego Isaac Fraga Penedo, el mayor empresario cinematográfico de Galicia y uno de los más importantes de España que hace más de 80 años -allá por el 1942- encargó a Luis Soto Gutiérrez construir el vetusto inmueble en el centro de Vigo.
Ahora, tras múltiples idas y venidas y un proyecto de recuperación abandonado, el famoso arquitecto César Portela vuelve a coger el mando para rehabilitar y volver a abrir el complejo cultural con la intención de mantener la esencia histórica e inicial del inmueble.
Pero más allá de la nostalgia y múltiples recuerdos que tanto el cine como la gran sala de fiestas producen en los vigueses y viguesas, el vetusto edificio fue también hogar de la familia Fraga. Y hoy, dos de sus nietos y un bisnieto pudieron reencontrarse con su infancia.
Marisen Fraga y Carlos Costa Fraga, acompañados de un bisnieto, recorrieron -de nuevo- su casa. Así lo sintió la propia Marisen que, muy emocionada, atendió a los medios de comunicación antes de entrar en el edificio. «Para mí es como volver a casa. El empresario Isaac Fraga era mi abuelo y da la casualidad de que yo nací aquí cuando las mujeres daban a luz en la vivienda», rememoró.
Con múltiples anécdotas y una foto suya con 2 ó 3 años en las escaleras de su hogar recubiertas de madera, Marisen contó sus vivencias con su padre y su abuelo como mecenas del cine gallego y español en uno de los mejores recintos y salas cinematográficas que poseía: «Era un lugar donde yo bajaba, corría por la terraza. Allí aprendí a andar en bicicleta, por esa terraza famosa», dijo. «Me metía en el cine con mi padre, que me llevaba a escondidas por una puerta que hay en el pasillo», relató, dejando claro que tiene «muchas anécdotas de todo esto como vivienda» durante su infancia.
En cuanto a Carlos, recordó que tiene otras experiencias más vinculadas al mundo empresarial de «todo lo que vivimos aquí». «Pero la mía es como volver a ese lugar que yo sentí que de alguna manera había perdido«, valoró. Y siguió: «El paraíso perdido que hasta los 7 años de tu infancia es lo mejor que te ha pasado. Pues ahora vuelvo aquí», señaló de forma muy sentida.
Además, no quiso olvidarse de la importancia que tiene «recolocar» y poner en valor el mérito de su abuelo a nivel empresarial tanto en Vigo como en Galicia y en el resto de España. «Tenía sesenta y tantas salas por toda España. Y el reconocimiento de esto, que se haya podido habilitar, me parece muy importante«, consideró sobre la iniciativa de volver a recuperar para la ciudadanía el ‘icono’ cultural y cinematográfico de Vigo.
En este sentido, quiso dar las gracias a la Xunta, «independientemente del partido que sea», matizando que «agradece» que las instituciones «se hayan hecho cargo más allá de la banca y otros intereses que hubo hasta ahora», consideró. «Que esto tenga un sentido y un significado y que sea posible que los vigueses, pontevedreses, gallegos, que todo el mundo pueda disfrutar de este cine, que ha sido emblemático».
«Todo el mundo tiene una historia»
Marisen no olvidó lo que muchos vigueses y viguesas de la época valoran especialmente del Teatro Cine Fraga, formando parte especial de sus vidas y experiencias personales. «Todo el mundo siempre tiene una historia. De la gente con la que me relaciono, todo el mundo te habla del ritual de venir los sábados, los domingos al Fraga. De tener ya ese vínculo con la taquillera que tenía reservada unas butacas para ti. Era todo un un ritual y era algo social«, puso en valor. «Ahora se hacen otro tipo de encuentros pero esto era algo social. Aparte lo que suponía el cine, la cultura… que nos ha transmitido muchos valores, muchos modelos de relación con la gente», apreció la bisnieta de Isaac Fraga.
Rememoró también los «encuentros amorosos» y lo que suponía como punto de encuentro de la sociedad viguesa para relacionarse y vivir «a partir de las películas». «La gente fantaseaba y aprendía de esa manera, con los artistas, a relacionarse», dijo, detallando así vivencias de los años 40 ó 50. «En aquella época mucha gente aprendió a amarse, aprendió a fumar, aprendió un estilo de relacionarse a través del cine», rememoró.
Por último, también recordó el ascensor que cogía su abuelo para subir a casa o la capilla que había en el inmueble. «Era un mundo y para una niña de 7 años, era muy emocionante», concluyó.