«A Vigo nadie le gana en preservación del patrimonio histórico». Es una frase que el alcalde Abel Caballero lanzó el pasado mes de enero tras las críticas de la oposición y de colectivos vecinales tras desmantelar el lavadero y la fuente de A Barroca del Casco Vello de Vigo -catalogado como BIC- para poder ejecutar las obras de la ‘macrourbanización’ de lujo de Barrio do Cura.
En esa ocasión fue por la retirada de los elementos históricos y patrimoniales de la zona antigua provocados por una obra residencial -igual que sucedió con el antiguo asilo e iglesia de Pi y Margall y sucederá también -como ya avanzó VIGOÉ- con los emblemáticos e históricos querubines del Paseo de Alfonso.
Y ahora le toca el turno a otra de las joyas urbanas de este envidiable rincón histórico de la ciudad viguesa: el representativo y característico quiosco que data del año 1943 se ha convertido este viernes en una completa jardinera y florero. Así ha sido habida cuenta de los preparativos que esta mañana operarios municipales estaban ultimando para celebrar el inicio de la Navidad de Vigo, que tendrá lugar mañana sábado tras el encendido oficial del alumbrado.
«O precioso, maltratado e catalogado kiosko do Paseo de Alfonso, estrea «xardineira»… estes parvos ocurrentes «decoradores» do Concello de Vigo nin saben que inutilizan e agochan o funcional banco corrido de granito. Pois iso: se quere sentarse, traia a silla de praia de casa», denunció a través de las redes sociales el colectivo Vigoblog.
«Utilizando los bancos como jardineras. Cuál será la siguiente idea luminosa? Vestirse de elfo? Total…», le respondía la Asociación Vigo Histórico tras la iniciativa llevada a cabo por el Concello de Vigo.
@abelcaballero utilizando los bancos como jardineras. Cuál será la siguiente idea luminosa? Vestirse de elfo? Total… https://t.co/8WKpsRtIVK— @vigohistorico (@vigohistorico) November 14, 2025
Lo cierto es que el histórico Quiosco es uno de los elementos patrimoniales de la ciudad y del Paseo de Alfonso. Y forma parte, junto a los querubines, las farolas, la barandilla, la balaustrada, el Olivo y la fuente, de uno de los principales conjuntos patrimoniales, culturales e históricos de la ciudad que ya alcanza los 150 años de antigüedad.
Todo el ámbito del Casco Vello de Vigo está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde el año 2006, misma fecha en la que se aprobó el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Vello de Vigo (Pepri), y el Quiosco del Paseo de Alfonso sigue esta normativa.

Fue en 1943 cuando el arquitecto municipal Emilio Bugallo Orozco recibió el encargo de redactar el proyecto de su construcción que, inicialmente, iba a estar destinado a la venta de flores. Destaca por un «refinado lenguaje racionalista en un momento de estilo que estaba desapareciendo», según los documentos del Instituto de Estudios Vigueses, siendo ejecutado bajo la dirección del ingeniero Rodolfo Lama Prada.
En la actualidad, y dentro del Pepri, está catalogado como espacio y elemento urbano con fecha de construcción del siglo XX e interés arquitectónico, histórico y urbanístico alto así como un nivel cuatro de protección ambiental, destacando así por dos cuerpos que rematan en formas redondeadas en los laterales, resaltando así dos elementos de gran protagonismo. Por un lado, los escaparates curvos de cristal y, por otro, el pasadizo central en el que se coloca una columna que remata en capitel con decoración vegetal.
Este tipo de arquitectura, como se recoge en las fichas del catálogo del ámbito del Paseo de Alfonso, «solía ser muy funcional como se puede observar en la bancada perimetral que recorre la construcción, pensada para que se guareciesen los viajeros que esperaban el tranvía».
Sufrió cambios de emplazamiento, luciendo ahora en la parte más cercana a Pi y Margall y estando proyectada su vuelta -en el proyecto de prolongación del túnel de Elduayen- a la mitad de la calzada del propio Paseo de Alfonso, como así estaba localizado inicialmente.
Sea como fuere, se trata de un elemento a conservar del histórico entorno del Paseo de Alfonso XII que gracias a la Navidad de Vigo se acaba de convertir en un florero que, ahora sí, ya no permite que nadie se guarezca ni se siente en sus bancadas: las flores han ocupado el lugar.






















