Las peritos del Servicio de Criminalística han confirmado que la escopeta utilizada por el acusado del crimen de Coia, José Luis M.C., estaba a «algo menos de un metro» de la víctima cuando le disparó, algo que se evidencia por la forma del orificio que dejó en la cara del fallecido y por la existencia de partículas de plomo en el hombro de su sudadera.
Así lo han señalado las peritos, que han declarado este miércoles ante la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, en el juicio que se sigue contra José Luis M.C., como presunto autor del asesinato de otro varón, en la noche del 6 de abril de 2024.
En esta jornada han comparecido ante el tribunal diversos peritos, entre ellos, estas expertas de Criminalística, que han explicado que el orificio de la herida en el cuerpo de la víctima presentaba los bordes desgarrados, pero no había lesiones alrededor causadas por perdigones. Además, en el hombro de la sudadera de la víctima se localizaron restos de plomo, lo que evidencia que la nube de gases que se produce cuando se dispara un arma le alcanzó de pleno.
En todo caso, estas peritos también han señalado que esta distancia es la medida que pueden fijar desde el cañón hasta el cuerpo del fallecido, en función de la herida, sin haber hecho pruebas con el arma intervenida en la escena.
Por otra parte, también ha declarado un experto de la Policía Nacional en análisis balístico y de armas, que ha determinado que se localizaron restos compatibles con residuos de disparo, tanto en una mancha de sangre encontrada en la puerta de la casa del acusado, como en el interior del cañón de la escopeta o en el orificio causado por un disparo en la defensa de un coche que estaba allí estacionado.
Con respecto a la posibilidad de que el acusado hubiera efectuado un primer disparo intimidatorio con un cartucho de sal, tal y como sostiene la defensa, este perito ha señalado que no se analizó la posible existencia de sal, porque no se le pidió esa información.
Fotos y mensajes amenazantes
Agentes del grupo de Homicidios de la Comisaría de Vigo, encargados del volcado y estudio del contenido del teléfono móvil del acusado, han comparecido también en la jornada de este miércoles, y han explicado que, dos meses antes del crimen, acusado y víctima se habían intercambiado mensajes y fotos en las se echaban en cara varias cuestiones, se acusaban de ser «chivatos» y otras «provocaciones».
Entre ellas, la defensa ha destacado cuatro fotos y un mensaje de audio enviados por la víctima al acusado en febrero de 2024. En las imágenes puede verse al fallecido haciendo gestos obscenos con un machete (el que apareció en la escena del crimen), enseñando una pistola o enseñando el trasero desnudo.
Igualmente, en la sala se reprodujo un mensaje de audio en el que la víctima interpelaba al acusado, diciéndole que era «muy valiente por WhatsApp», y en el que advertía: «Voy a ir por ahí, y ya me explicas lo valiente que eres, campeón».
Positivo en cocaína, cannabis y benzodiacepinas
La sala de juicios también ha acogido la declaración de dos facultativas forenses, que fueron las encargadas de hacer una evaluación del estado del acusado, tras ser detenido por estos hechos.
Según sus conclusiones, cuando fue examinado (dos días después del crimen) presentaba en la orina restos de cocaína, cannabis y benzodiacepinas (un fármaco ansiolítico), por lo que, en el momento de los hechos, estaba en un estado de intoxicación que «mermaba levemente» su capacidad volitiva.
Con todo, han explicado que José Luis M.C. realizó una entrevista «muy tranquila, muy correcta» durante ese examen forense, y era capaz de discernir lo que estaba bien y lo que estaba mal.
Autopsia
Los forenses encargados de realizar el levantamiento del cadáver y la autopsia han confirmado que las evidencias en el cuerpo y en la escena del crimen apuntan a un disparo de una escopeta desde muy poca distancia, «menos de un metro» entre el cañón del arma y la víctima.
Los proyectiles (varios, pues se trataba de un cartucho de perdigones) entraron por la mejilla izquierda «desde arriba hacia abajo, de izquierda a derecha y desde delante hacia atrás», causando daños en zonas vitales, como la vena yugular externa y la arteria carótida externa, además de otras lesiones en tejidos y huesos, lo que provocó la muerte por una hemorragia masiva.
Según la trayectoria de los perdigones, la víctima «tenía que estar necesariamente en un plano inferior» con respecto al cañón del arma, aunque los expertos han matizado que no se puede decir de forma categórica que el fallecido recibiera el disparo estando arrodillado o agachado, ya que este tipo de procesos «suelen ser dinámicos».
Por último, han señalado que el cuerpo del fallecido presentaba otras lesiones, como escoriaciones en las manos y moratones con marcas de dedos en las piernas, y también una lesión en la espalda producida por el arrastre del cuerpo. Sin embargo, no se apreciaron heridas de defensa.






















