Un hombre de 56 años, identificado como Roberto, falleció este jueves en Vigo tras recibir varias puñaladas en el interior de la antigua estación de autobuses de la Avenida de Madrid. Los hechos ocurrieron poco después de las 19.00 horas en una de las chabolas improvisadas que ocupan personas sin hogar en el abandonado edificio. La Policía Nacional detuvo de inmediato a la presunta autora, una mujer de 36 años que era su pareja y con quien compartía el precario refugio.
«Venía a pedir al Eroski»: la rutina de una pareja en la calle
Un vecino del barrio, que prefiere mantener el anonimato, conocía bien a la pareja. «Venía a pedir al Eroski», recuerda sobre la mujer, que junto a Roberto frecuentaba el supermercado cercano. «Vivían ahí y paraban mucho en el Eroski, a beber, a pedir algo… los dos, vivían muy mal». El testimonio dibuja el día a día de dos personas atrapadas en la marginalidad, donde el alcohol marcaba el ritmo de las horas.
«Roberto debe tener 50 y algo», prosigue el vecino. “Vivía antes en la zona de aquí», señalando unas calles más arriba de la antigua estación, «y su hijo trabaja aquí en una tienda muy cerca”. El fallecido era, pues, un rostro conocido en el entorno: un hombre arraigado en el barrio que, con el paso del tiempo, había acabado en la calle junto a su compañera.

«Yo nunca la había visto agresiva»
Pese a las dificultades, el vecino insiste en la imagen pacífica que guardaba de ellos: «Yo nunca la había visto agresiva, los veía ahí sentadiños hablando, a veces tenían algún día… bebían tanto uno como el otro, pero nada, yo siempre los vi bien». Un retrato que contrasta con la violencia desatada esta tarde, cuando una discusión (aún por esclarecer) terminó en tragedia.
Investigación en marcha
La Policía Judicial y Científica trabajan en el lugar para reconstruir los hechos. Fuentes policiales confirman que víctima y agresora pernoctaban habitualmente en la antigua terminal, cerrada desde hace tres años. El 112 recibió la alerta a las 18.30 horas: «Llama a la Policía que mataron a Roberto, está lleno de sangre», gritó un testigo.
El suceso reaviva el debate sobre la situación de las personas sin hogar en Vigo. La vieja estación, convertida en refugio improvisado, vuelve a ser escenario de una muerte violenta que interpela a la ciudad entera. Mientras la detenida permanece en dependencias policiales, el barrio llora a Roberto: un hombre que, según quien lo conocía, “siempre se le vio bien” hasta el fatal desenlace.






















