Hace meses que en la vivienda de este vecino del Casco Vello, llamémosle Manuel, no se puede permanecer durante el día. «De ocho de la mañana a ocho de la tarde», aclara él. Su vivienda, ubicada en el número 35 de la calle San Francisco está tan cerca del lugar donde se está levantando el Barrio do Cura que su vida y la de su pareja se han convertido en un auténtico infierno.
No sólo porque cuando se acodan en el balcón lo que ven, debajo mismo, es un enorme cráter terroso por el que pululan obreros y maquinaria pesada, sino por la ingente cantidad de incomodidades que padecen. En la vivienda de Manuel y su pareja el ruido es ensordecedor durante doce horas seguidas cada día. De hecho, la pareja de Manuel trabajaba en casa, pero ya no. Tiene que buscar cada día un lugar apartado de la obra, un lugar donde olvidarse del sonido atronador de la maquinaria pesada horadando el suelo.
Pero el ruido, siendo extremadamente molesto, como lo es el polvo denso que se les cuela en casa, es una consecuencia inevitable de cualquier obra, más aún de una de la envergadura de la del Barrio do Cura. Esto Manuel y su pareja, como el resto de vecinos del número 35 de la calle San Francisco, es algo que aceptan con resignación. Lo que ya no les parece aceptable es comprobar cómo aparecen grietas en sus paredes que se van abriendo camino.
A 10 metros de la obra
«Aquí, desde el minuto uno, yo fui creo que ya son cinco veces a la obra, a ver a distintos jefes de obra, para ver si se había hecho un protocolo de grietas, si se habían tomado las medidas pertinentes Y nadie me dice nada. Pero a mi casa no vino a nadie hacer ningún protocolo de grietas. Y yo estoy a escasos 10 metros de la obra. Y aquí hay vibraciones y están empezando a aparecer grietas en la fachada, con humedades que se meten dentro por culpa de esas grietas», explica Manuel.
«Vibra la casa entera», dice Manuel, que muestra un vídeo en el que el agua que contiene una botella posada sobre una mesa se agita con cada salto que da la botella a causa de las vibraciones que produce la obra. «No es que nosotros no entendamos que hay una obra, que poduce ruido; pero tiene que haber unas medidas de protección y tiene que haber una seguridad ante todo», explica.



Y ese el principal problema. Que tanto Manuel y su pareja como el resto de vecinos del inmueble temen por su seguridad. Por el hecho de que la estructura del edificio en el que residen esté siendo sometido a semejante estrés que pueda suceder algo muy poco deseable. Ya han experimentado cómo se les cayó un talud sobre el inmueble, cuestión que fue reparada. Y aunque los vecinos quieren creer que la promoción cuenta con las polizas de seguro pertinentes, pero no es eso.
«Si hay un vecino afectado y te pregunta varias veces que si hay un protocolo de grietas, y no haceis ni respondéis absolutamente nada, pues es increíble, la verdad. Estamos pegados a la obra. No es que estemos a 100 metros. No, estamos a 10 metros de máquinas grandes como de hacer autopistas. Ahora mismo se están ya subiendo los edificios», denuncia este vecino, el cual ya se ha eonctrado obreros en el interior de su terraza sin que nadie le hgubiese pedido permiso àra entrar. «Pero durante todo el verano, que hubo que picar toda la piedra y hubo que picar todo el suelo, se usó aquí maquinaria pesada y nadie puso ninguna medida de seguridad», sigue contando.
Denuncia
La situación ha llegado a tal punto que los vecinos han tomado la decisión de interponer una denuncia colectiva. No ya para que cese el ruido. Ese es un peaje que deberán asumir. Lo importante es que les den garantías de seguridad. De que sus casas, por cuyas fachadas trepan las grietas, no se van a venir abajo.
«Nosotros no sabemos cuánto tiempo lleva este edificio construido, pero no es normal que se hagan unas obras de ese calibre sin haber medido aquí ni los cimientos, ni visto la estructura del edificio colindante», concluye Manuel, preocupado y harto de una situación que, afirma, acabará en los juzgados.
























