Durante la tarde de ayer, las redes sociales se incendiaron con una imagen: Greta Thunberg, reconocible por su sonrisa y su expresión serena, viajaba en un tren entre Santiago y Vigo. Esta mañana, un vídeo difundido por varios usuarios en redes sociales confirmaba su presencia en la estación de Vialia, donde se la veía cruzar el control de seguridad con su habitual mochila y un gesto discreto, ajena al revuelo digital que pronto desataría su paso por la ciudad olívica.
Según ha podido saber este periódico, la estancia de la activista fue efímera: apenas una hora antes de continuar su viaje hacia Portugal. Fuentes consultadas apuntan que se trató de una parada de tránsito, y que Thunberg no tenía agenda pública en Vigo ni participó en ningún acto oficial durante su breve escala.
Especulaciones medioambientales
La coincidencia temporal de su visita con la celebración en Vigo de dos importantes foros internacionales sobre sostenibilidad (el Vigo Global Summit 2025 y el Blue Atlantic Forum) alimentó rápidamente las especulaciones. Ambos eventos abordan cuestiones estrechamente vinculadas a las causas que defiende la joven sueca: la economía azul, la transición energética o la protección de los océanos.
Aunque Greta Thunberg no figuraba en el programa oficial de ninguno de ellos, no pocos vieron en su presencia un posible gesto de apoyo o una visita discreta para reunirse con colectivos medioambientales gallegos e internacionales asistentes a alguno de los congresos. No sería la primera vez que la activista aparece sin previo aviso en una ciudad para mantener encuentros privados con organizaciones o para interesarse por proyectos sostenibles en curso.
Una teoría luminosa (y un tanto extravagante)
En el terreno de la imaginación, algunos internautas fueron más allá. En redes locales se llegó a sugerir, en tono jocoso, que Thunberg habría viajado a Vigo para protestar contra el inminente encendido de las luces de Navidad, previsto para este sábado. La idea, improbable pero divertida, jugaba con el contraste entre la defensa del decrecimiento energético de la activista y la desmesura lumínica que caracteriza al alumbrado navideño vigués, uno de los más espectaculares (y comentados) de España.
Ni confirmación ni desmentido: Greta, fiel a su estilo, no ha hecho declaración alguna sobre su paso por la ciudad ni sobre las luminarias que preparan los operarios en la Puerta del Sol. Aunque en su viaje entre Santiago y Vigo sí intercambió impresiones sobre Galicia, la situación de Israel o la lucha climática con otros usuarios que la reconocieron.
Coherente con su mensaje
Sí ha trascendido, sin embargo, que se desplazó en tren, como acostumbra. Un medio de transporte que la propia Thunberg ha convertido en símbolo de su activismo: una alternativa de bajo impacto medioambiental frente al avión. Su compromiso con la coherencia personal, incluso en los trayectos más breves, se mantiene intacto.
A estas horas, lo único claro es que Greta Thunberg se dirigía a Portugal, aunque no se ha podido confirmar su destino final ni si participará en algún acto público.
Su paso por Vigo, tan inesperado como fugaz, deja tras de sí una estela de curiosidad y un recordatorio simbólico: incluso una visita de una hora puede reavivar la conversación sobre el cambio climático en una ciudad que, entre congresos verdes y millones de bombillas LED, se debate entre la sostenibilidad y la exuberancia.






















