Son días de locura para los resilientes hermanos Sira y Jose Antonio Carrasco, los dueños del histórico Casa Roucos que, como adelantó en exclusiva VIGOÉ, continuarán al frente de su emblemático negocio en la misma calle Santa Marta tras haber ‘arrancado’ a la promotora Barrio do Cura Desarrollo SL el «justo» acuerdo que se merecían.
No fue fácil. Llevan años lidiando con los responsables del ‘macrocomplejo’ residencial de lujo y siendo, básicamente, los últimos que han aguantado y resistido ante el ‘gigante’ urbanístico de Barrio do Cura que, tras más de 20 años de iniciarse el proyecto, hace ahora un año que empezaron sus obras de forma definitiva. El edificio Ardora ya tiene su estructura prácticamente levantada mientras que los otros dos -Lúa y Estrela- se espera que comiencen en breves.
Pero a Sira y a Jose Antonio esto les dio igual. Tenían muy claro que no se iban a ir mientras no le dieran lo que pedían: los mismos metros que tenían en propiedad en el edificio del número 6 de la calle Santa Marta, donde los hermanos Carrasco poseen sus tres pisos y su bar. Mientras, veían como los ‘tentáculos’ de la promotora se llevaban por delante edificios vecinos con otro tipo de acuerdos «forzosos» a los que llegaron con sus dueños con peor o mejor suerte, como fue el caso del número 36 de la calle Santa Marta.
Pero en su caso, tras aguantar casi un año entre obras y, últimamente, con fuertes vibraciones y ruidos constantes de las máquinas que los cercan, lo lograron. Y se quedarán en la esquina de Santa Marta con Llorente, en un local comercial del futuro edificio Lúa al que trasladarán la «esencia» y «alma» de Casa Roucos y su «Capilla Sixtina».
Ahora, les están metiendo prisa para que desalojen ya sus propiedades, sobre todo desde que este periódico hizo público el acuerdo que alcanzaron y por el que Casa Roucos se queda en la futura ‘macrourbanización’ de lujo.
Pero aguantarán todo lo que haga falta -con ayuda de su equipo de abogados- para tener los días necesarios porque, como bien apunta Jose Antonio, la mudanza de tres pisos y un establecimiento hostelero es «enorme». «Ando a cien y nos dan pocos días», reconoce a VIGOÉ, señalando que espera conseguir algún tiempo más gracias a la intervención de su abogado porque la cantidad de cuadros, esculturas, figuras, libros o antigüedades que debe trasladar solamente del bar, para conservarlas tal cual, son innumerables.
Y poco a poco van llevando sus pertenencias a un local ya alquilado, pero siguen en búsqueda de otro piso de alquiler para poder vivir mientras no les den las llaves de sus futuros hogares en el transformado Barrio do Cura.
Con todo, el objetivo lo tienen claro: no quieren que Vigo pierda el patrimonio y el legado cultural de todos los escritores, pintores y grandes personalidades que han pasado por la emblemática y tradicional casa de comidas que fue referencia y punto de encuentro social desde el año 1953, cuando sus padres -procedentes de Cenlle- abrieron por primera vez el restaurante. Y tanto fue así que forma parte de la ruta Laxeiro, ya que fue un lugar frecuentado por el pintor desde el año 1971 y hasta poco antes de su muerte.
Y es que lo que esconden las paredes de piedra de esta taberna es leyenda viva y patrimonio inmaterial de la ciudad de Vigo, tanto que el propio arquitecto encargado de proyectar la urbanización de Barrio do Cura, Alfonso Penela, se quedó prendado cuando visitó el lugar por primera vez.
Eso, y la «empatía» que logró con los hermanos ante su resistencia y planteamiento de conservar todo lo que hay dentro del histórico bar es lo que ha hecho que sea el encargado de diseñar el futuro Casa Roucos, que se espera pueda reabrir allá por el año 2028. Al menos es el plazo que le han dado a Sira y Jose Antonio para entregarle las llaves de sus propiedades, incluido el bajo comercial.
Le quedan los días contados al actual y legendario Casa Roucos para, en tres años, reabrir en un remozado local del bajo del futuro edificio Lúa dentro del ‘macrocomplejo’ residencial de Barrio do Cura.