Desde el barrio de Bouzas se asiste con preocupación a lo que ha ocurrido en los últimos días en Coia. No solo porque se trata de barrios vecinos, sino porque quince días después de las fiestas de la Virgen de la Consolación de Coia tienen lugar las del Cristo de Bouzas y existe el temor entre la ciudadanía de que la cancelación de las primeras fiestas se extienda a las demás. Sin embargo, desde la Cofradía se mantiene por ahora el «optimismo» y se confía en que las fiestas puedan desarrollarse con normalidad. «La esperanza es lo último que se pierde», señalan.
«Nosotros estamos fijándonos en lo que pasaba en Coia, claro. Tenemos la ventaja de tener quince días más que ellos», señala Íñigo Andonegui, el cofrade mayor del Santo Cristo de los Afligidos de Bouzas. Califica de «muy inesperada» la decisión de la comisión de Coia de cancelar los festejos y ha trasladado su apoyo a todos los miembros de la comisión.
«Nos quedamos impactados, sobre todo porque conozco a Manuel (Carrera) –el presidente de la comisión de Coia– y a muchos de la comisión y sé que es una decisión muy dolorosa para ellos», manifiesta. «Estarán destrozados, ya que haya un día de lluvia durante las fiestas nos afecta, imagínate todo esto», afirma.
Pese a tratarse de barrios vecinos, Andonegui indica que la situación de las dos fiestas es diferente y confía en que las de Bouzas puedan seguir adelante. Al menos, con la tirada de fuegos, que está asegurada, y las verbenas. Eso sí, los cinco días de fiesta dependen de que los feriantes puedan montar sus atracciones, algo en lo que desde la Cofradía todavía confían. «La esperanza es lo último que se pierde. Queremos pensar en lo que ocurrió el otro día en Nigrán, donde 24 horas antes se pudo montar», indica Íñigo.
El cofrade mayor puntualiza que las atracciones no solo suponen la mayor inyección económica para las fiestas. «Son dos cosas muy importantes. Desde luego que el hecho de que no hubiese atracciones sería una mema muy importante de los ingresos, pero es que estamos hablando de familias que llevan muchos años viniendo y en lo que piensas es en esas personas y lo que supone para ellos no estar aquí», matiza.
Por ese motivo, a poco menos de un mes de la celebración de las fiestas –la tercera semana de julio–, el «objetivo» es mantener los cinco días de fiesta. «Si nos faltan feriantes es como la economía doméstica, algo tendremos que recortar, pero los fuegos están garantizados», insiste.
De hecho, el espectáculo pirotécnico es el que le otorga a la fiesta su carácter de Interés Turístico Gallego, por lo que es inamovible, al igual que las procesiones, que se celebrarán ocurra lo que ocurra con el resto de la fiesta.
Otra cuestión aparte es el plan de autoprotección, todavía pendiente del departamento de Seguridad del Concello y que fue el que tumbó la fiesta de Coia. «Nos faltan todavía un par de cosas, pero nuestro caso no es como la fiesta de Coia, que es más difícil de acotar. En Bouzas el problema que tenemos es que trabajamos con todas las administraciones: Concello, Xunta, Puerto de Vigo, Zona Franca, Costas o Ministerio de Fomento por el tema de las carreteras así que intentamos realizar un plan de evacuación lo más exhaustivo posible para que cumpla con todas ellas», remarca.
Al respecto de la respuesta del Concello de Vigo, el cofrade mayor confía en que «si hay que subsanar algo, tener tiempo para poder hacerlo», que fue lo que no ocurrió en el barrio vecino.
«Los que estamos en las comisiones de fiestas sabemos que todos los años surgen nuevos problemas, cosas nuevas. Es normal que a la seguridad cada año se le da un a vuelta más y lo que ocurrió en las fiestas de Matamá el año pasado nos afectó a todos. No hay nada seguro al cien por cien, pero trabajamos mucho para eso», ha insistido.