Casi dos años después del inicio de la obra, la nueva sede de Down Vigo en pleno barrio histórico de la ciudad ya es una realidad. Y la rehabilitación ejecutada por la constructora viguesa Civis Global ha dejado un espacio digno de mención por fuera pero también por dentro, destacando, entre otros detalles, la decoración en grafiti de un muro de contención que busca «reforzar el contacto visual entre el interior y el exterior», destacan.
Con todo, la nueva edificación dotacional, cuyo proyecto de recuperación fue promovido por el Consorcio de la Zona Franca de Vigo para destinarlo a sede del colectivo tras la firma de un acuerdo entre ambas instituciones, ofrece así a la entidad un nuevo espacio «flexible y polivalente» para todas las necesidades administrativas pero también de formación específicas para las personas con síndrome de Down.
Y es que tras las obras de demolición y cimentación, se integraron las dos antiguas edificaciones en ruinas que existían en el número 27 de la calle Real del Casco Vello de Vigo para contar ahora con un nuevo volumen de bajo y tres alturas en una superficie total de 1.100 metros cuadrados además de tener una entreplanta bajo cubierta.
El moderno centro para servicios de Down Vigo, referente en la integración social y la asistencia para las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual, se prevé que esté a disposición de todos los usuarios en el mes de septiembre, si bien el fin de obra ya es una realidad, como así confirman desde la constructora, que califica la obra de «ejemplo» en cuanto a los trabajos en rehabilitación que llevan a cabo.
De este modo, y al figurar como espacio protegido en la zona histórica de la ciudad, durante la ejecución de la obra se adoptaron «todas las normativas exigibles de conservación al tiempo que se integraron las nuevas exigencias constructivas y soluciones innovadoras», apuntan.
«Integra lo mejor del pasado en este barrio histórico y renueva con todos los recursos modernos la edificación resultante», valoran. Así, la fachada conserva toda la piedra en granito original y reconstruye una parte desaparecida con una fábrica de ladrillo y la correspondiente envolvente, respetando los huecos originales, además de conservar también los balcones de forja.
En cuanto al interior, se unifica el espacio de las edificaciones anteriores, salvando las diferencias de cota en las dos últimas plantas con una configuración de espacios en graderío.
De esta forma se consigue dotar al centro de sendas salas multifunción, una de las cuales dispone de paneles móviles para subdividir el espacio según las necesidades. «Es un espacio integrado y flexible, accesible y polivalente, luminoso y eficiente», reseñan desde la empresa.
Mientras, en lo que respecta al patio trasero que limita la parcela con las edificaciones de la calle Eduardo Chao, se ha reconvertido en un espacio funcional para dar luz al edificio mediante la construcción de un muro cortina en vidrio para toda la fachada. Ambos elementos proporcionan luz y ventilación natural y contribuyen a la mejora de la eficiencia energética.
Y además de aportar luz natural, destaca el muro de contención con la decoración en grafiti al mismo tiempo que, en la parte inferior de este espacio, se forma un graderío con revestimiento cerámico, convirtiéndolo así en una estancia más del centro.
«Lo que fue un patio trasero oscuro y húmedo es ahora un espacio decorado con grafiti, una fuente de luz y color que entra a raudales en el edificio, mediante un muro cortina de vidrio en las tres plantas», subrayan en una nota de prensa.
El proyecto contaba con un presupuesto inicial de 1,4 millones de euros y un plazo de ejecución de 18 meses pero finalmente Zona Franca invirtió casi 3 millones siendo el plazo final de la obra de casi 2 años para dar paso a «un lugar que dará al barrio un nuevo espacio de encuentro, junto a aulas e instalaciones para el desarrollo y mejora individual de las personas con síndrome de Down», concluyen.