Vigo ostenta este registro pero A Coruña la supera como urbe donde arrendar un lugar para aparcar es más costoso. De hecho, en algunas de la ciudad herculina se llegan a pagar 135 euros mientras que en el núcleo urbano más poblado de Galicia lo máximo que se llega a desembolsar son 102 euros mensuales. Esta renta es la que hay que afrontar en la calle Policarpo Sanz, muy cerca de los 100 euros que se piden por un estacionamiento en la plaza de Compostela.
Estos datos se extraen de las zonas más demandadas. Poniendo el foco en la media, Vigo es la segunda ciudad gallega más cara en alquiler y la tercera en compraventa, también por detrás de Santiago de Compostela. Mientras en A Coruña el arrendamiento medio está en 64,68 euros al mes, en la ciudad olívica se queda en 59,24 euros.
Además, para hacerse con una plaza en propiedad en el urbe de referencia en el Norte de la región hay que desembolsar 22.134 euros de promedio, mientras que en la del Sur la cantidad asciende a 21.119 euros. En la capital de Galicia, ese dato es de 22.007 euros.
“Por razones obvias, las dos ciudades más grandes tienen los precios más elevados de alquiler porque tienen más actividad laboral y en las zonas céntricas crece la dificultad para aparcar, algo que se aprovecha a la hora de invertir en plazas de garaje”, comenta José Viqueira, fundador de Walicia.
La rentabilidad de comprar para alquilar
El estudio de Walicia también hace referencia al partido que le sacan a las plazas de garaje aquellos inversores que compran para alquilar. La rentabilidad bruta en Vigo asciende al 3,37 por ciento, una cifra inferior a la media gallega, que se sitúa en el 3,57 por ciento.
En esta parcela, la ciudad olívica es la tercera de la comunidad, por detrás de Lugo (4,86%) y A Coruña (3,51%). “El caso de Lugo se explica en parte porque es una ciudad donde hay menos muestra, por lo que el riesgo es superior. Ahí el inversor asume más riesgo, algo que suele ir emparejado a la rentabilidad”, detalla Viqueira.
El informe resulta especialmente interesante para comprobar cómo las plazas de garaje se están convirtiendo en un valor refugio ante la inestabilidad de la renta variable. “No suponen una inversión importante. Aunque no retornan una rentabilidad excesivamente atractiva, sí son más seguras. Además, apenas tienen coste de mantenimiento a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con un piso”, explica Viqueira.