En Churruca, el barrio que encarna la noche viguesa, una persiana ha bajado para no volver a subir: Reserva Rock, un bastión del rock and roll que durante dos décadas fue refugio de melómanos, ha cerrado sus puertas. Este local mítico, situado en Rogelio Abalde, deja huérfanos a cientos de fieles que encontraron en sus paredes decoradas con guitarras y en su barra plagada de entradas un hogar para la rebeldía sonora. Sin embargo, sus acordes no se extingue del todo: en su lugar, a principios de octubre, abrirá Madroa Centro, un proyecto de Cervexas Madroa que promete fusionar la herencia rockera con la frescura de la cerveza artesanal gallega. Churruca se prepara para escribir un nuevo capítulo en su crónica noctámbula.
El cierre de Reserva Rock no es solo la clausura de un bar; es el fin de una era para quienes vivieron noches de cerveza fría, guitarrazos y conversaciones hasta la madrugada. Pero la llegada de Madroa Centro, con sus ocho grifos de cervezas artesanales y un guiño nostálgico al pasado, aspira a mantener viva la chispa de un barrio que se niega a perder su alma.
Reserva Rock: donde el rock era religión
Desde su apertura en los albores de los 2000, Reserva Rock fue más que un bar: fue un punto de encuentro para los amantes del rock en todas sus vertientes, del punk rabioso al blues melancólico. Sus paredes, adornadas con guitarras eléctricas que colgaban como trofeos, contaban historias de noches épicas. Bandas locales como The Soul Jacket o Siniestro Total compartieron escenario con talentos emergentes en conciertos que transformaban el local en un hervidero de energía. Cada fin de semana, el escenario vibraba con directos que iban del grunge al heavy metal que hacían temblar los vasos en la barra.
El ambiente de Reserva Rock era su mayor activo: un crisol donde convivían veinteañeros, oficinistas en busca de catarsis y veteranos rockeros de melena cana. La barra, siempre atestada, servía cervezas frías a ritmo de AC/DC, mientras las conversaciones fluían entre pósters de Janis Joplin, Jim Morrison o entradas de los Rolling. Era un lugar donde no importaba si eras un habitual o un recién llegado; la música, el trato y el olor a cerveza derramada te hacían sentir en casa. Su cierre, aunque esperado tras rumores de traspaso, ha dejado un vacío que resuena en la memoria colectiva de Churruca.
Madroa Centro: el sabor artesanal llega a la noche viguesa
En el espacio que ocupó Reserva Rock, Madroa Centro se alzará como un faro de innovación cervecera sin renunciar al espíritu del barrio. Cervexas Madroa, nacida en Candeán, es un proyecto que ha conquistado a los amantes del lúpulo con su apuesta por la artesanía y la identidad gallega. Su sello distintivo es el agua del Monte da Madroa, un recurso local de pureza cristalina que imprime carácter a sus cervezas. Lejos de ser un mero eslogan, este ingrediente define una gama de sabores que van desde las rubias frescas hasta las stout robustas, todas elaboradas sin aditivos ni conservantes, con materias primas de primera y un proceso que respeta la tradición cervecera.
Madroa Centro, que abrirá sus puertas en octubre, contará con ocho grifos que alternarán las creaciones propias de Madroa con cervezas artesanales de importación seleccionadas por Jesús Fernández, CEO de la marca. Fernández, un apasionado de la cerveza y la cultura de barrio, tiene claro el rumbo: «Reserva Rock era un emblema de Vigo, un lugar donde la música y el ambiente creaban una conexión única. Queremos conservar esa esencia; el trato cercano, la vibra nocturna, incluso las guitarras en las paredes… pero añadir la capa artesanal que define a Madroa. No se trata de reemplazar un legado, sino de enriquecerlo con nuestra visión: cervezas con alma, en el corazón de Churruca, el barrio que define la noche viguesa».
Un relevo que honra el pasado y mira al futuro
El proyecto de Madroa Centro no busca borrar las huellas de Reserva Rock, sino integrarlas en una propuesta que dialogue con la identidad de Vigo. Las guitarras icónicas del antiguo local permanecerán como un homenaje, conviviendo con los nuevos grifos de su barra y una nueva estética que fusiona lo industrial con lo rústico. Los grifos, que ofrecerán desde IPAs cítricas hasta porter con notas de cacao, prometen atraer tanto a los nostálgicos del rock como a una nueva generación de curiosos cerveceros.
El cierre de Reserva Rock duele porque los espacios míticos no solo sirven copas, sino que tejen recuerdos. Pero la llegada de Madroa Centro ofrece una promesa: que Churruca seguirá latiendo con fuerza, ahora al ritmo de maltas y un ambiente que, según Fernández, «invita a quedarse, a compartir, a sentir que Churruca sigue siendo el alma de la noche».