Es uno de los síntomas más claros. Si alguien boquea buscando aire como hacen los peces fuera del agua, es altamente probable que esa persona esté sufriendo en ese mismo momento una parada cardiorrespiratoria. Y las posibilidades de que cualquier persona se encuentre en una situación así son mucho más altas de lo que se suele pensar.
«Se sabe que una de cada 250 personas absolutamente sanas va a tener la posibilidad de tener una parada cardiorrespiratoria repentina a lo largo de su vida. Para entendernos, a lo largo de su vida, quiere decir que puede tener este evento a los 40 años o a los 90 años», explica a Vigoé Óscar Graña, instructor de soporte vital o de primeros auxilios, y técnico de emergencias. Una de cada 250 personas es, sin duda, una incidencia muy alta, que se dispara entre las personas con factores de riesgo cardiovascular: sedentarismo, tabaquismo, colesterol alto, hipertensión, antecedentes familiares, episodios previos, etc.
Y si Óscar Graña está hablando este jueves de este asunto con Vigoé es porque se celebra este 16 de octubre es el Día Internacional de la Parada Cardiaca, al cual hay quien llama también Día Mundial de la RCP.
«La parada cardíaca es más frecuente de lo que se cree y ante esta situación, lo que está demostrado que salva vidas o que aumenta el índice de supervivencia de la población, es saber identificar esa situación, que es lo más importante», explica Graña. Identificar e, inmediatamente después, actuar, para lo que tenemos, ojo, no más de diez segundos.
¿Cómo sabemos qué está pasando?
Cuando hablamos de parada cardíaca, la gente, explica Graña, en lo primero que piensa es en un infarto. Y puede serlo. El infarto, es sabido, se manifiesta de muchas formas, aunque la clásica es: «dolor en el centro del pecho, opresivo, que puede ser irradiado, etcétera». Pero de lo que hablamos este 16 de octubre es de otra cosa, de lo que hablamos es de lo que se conoce como paro cardíaco repentino, también conocido como muerte súbita.
«Esto se debe a una alteración del corazón, que se llama fibrilación ventricular, fundamentalmente, en el que la actividad eléctrica existe, y causa que el corazón no tenga efecto de bomba, es decir, está parado porque no bombea sangre, no tiene esa capacidad de eyección de sangre», explica Graña.
Esto le sucede a personas que están aparentemente bien, tal vez disfrutando de una caña con nosotros, por eso, cuando pasa, genera estupor en quien es testigo. En general suceden tres cosas que nos ayudan a reconocer que alguien está sufriendo un paro cardíaco repentino: «En primer lugar, pierde el conocimiento. Cuando se intenta estimular, molestar a esa persona, para ver si manifiesta algo, no se consigue. En segundo lugar, no respira o, además de estar inconsciente, respira de forma muy anormal. Esto se conoce como boqueo agónico. A veces, se puede identificar, por si esto sirve de forma visual, como cuando sacamos un pez del agua. Ese boqueo, esas bocanadas. Y en tercer lugar, no hay signos de circulación. Es decir, que el aspecto que presenta la víctima es de una coloración que no es de indicación de que ese corazón esté bombeando sangre».
Siguientes pasos
Una vez vez identificado lo que está sucediendo, hay que llamar al 061 o al 112, y luego, con los conocimientos que se tengan, o con las indicaciones que se den desde las centrales de emergencias de una reanimación cardiopulmonar, comenzar con las compresiones torácicas.
«Lo primero, destinar como mucho diez segundos a la comprobación de estos tres puntos que decíamos antes. Aceptar y entender que esa víctima no está consciente, que esa respiración no lo va a mantener con vida, o directamente no existe respiración, y que ese aspecto nos indica que no hay circulación. Ante esto, lo primero de todo, es llamar al Servicio de Emergencias 061 para pedir ayuda especializada y sobre todo que nos indiquen dónde hay un desfibrilador.
Los desfibriladores salvan vidas
Los desfibriladores, hoy en día, cuestan menos de mil euros. Una cantidad insignificante para lo que se puede conseguir con ellos: multiplicar por cuatro las posibilidades de supervivencia de una persona que entra en paro cardíaco repentino.
«Estos desfibriladores son total y absolutamente intuitivos, y completa y absolutamente seguros, porque cuentan con una certificación sanitaria. Cualquier persona, con el requisito previo de Llamar 061, que es lo que va a hacer siempre, puede utilizarlos. Y, además, estos desfibriladores están prácticamente al alcance de cualquiera, sobre todo empresas, instituciones o administraciones.
Y sin embargo faltan en muchos lugares, concretamente en tres tipos de espacios donde serían más que necesarios. «Es una cuestión estadística; y la recomendación consiste en colocar desfibriladores donde es más probable que esto suceda. Primero, en lugares donde no es necesario que haya un grupo muy amplio de población, por ejemplo, 200-250 personas, pero en los que pasamos mucho tiempo, como los centros de enseñanza o los centros de trabajo», explica Graña. Estadísticamente es, por lo tanto, más probable que nos pase en esos lugares.
Luego está el caso contrario. Lugares en los que pasamos memos tiempo pero con mucha otra gente al mismo tiempo, como los estadios de fútbol. De nuevo la estadística recomienda instalarlos en esos lugares. Y por último, en lugares de tránsito por los que pasa mucha gente, como las estaciones de tren o de metro o los aeropuertos.
Instalar ese aparatos de menos de mil euros en todas estos lugares, aprender lo básico para actuar con celeridad en caso de parada cardiorrespiratoria, y tomar conciencia de la importancia de evitar ser parte de los grupos de riesgo ayudaría a que este 16 de octubre pase más desapercibido que en la actualidad, donde se sigue haciendo necesario hablar de parada cardiorrespiratoria.