En febrero de 1931 el intelectual español José Ortega y Gasset fundaría la Agrupación al Servicio de la República, junto con Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala. Por este hecho, los tres grandes pensadores fueron conocidos como «los padres de la República». Los tres firmaron el manifiesto en el que exaltaron «la gran promesa histórica que es la República española».
Desgraciadamente al mes y medio de la existencia republicana Ortega ya empezó a ver que aquello tomaba tintes revolucionarios y no era lo esperado. De ahí fueron sus famosas palabras: «no es esto, no es esto».
Bueno pues tomando prestadas las palabras de una mente tan preclara, las utilizo para decirle al gobierno municipal sobre la recuperación de la playa de Samil, «no es esto, no es esto».
He podido ver las obras y lo que he visto es la creación de un paseo (o una gran acera) al lado de la carretera, y un segundo paseo con más metros de ancho en la propia playa. Este nuevo paseo se ha retranqueado respecto al de los años 70 unos 20-25 metros. La naturaleza del mismo es de cemento en su base y encima un tipo de plaqueta. Al borde del paseo se han colocado una serie de cubos de granito.
Es decir que después de llevar casi dos décadas esperando la remodelación de la playa viguesa nos encontramos con un paseo más bajo en altura y más hacia la zona de pinos que aquél, pero otra vez aparece el maldito cemento, como se le ocurrió utilizar a aquel alcalde franquista de hace 55 años.
¿Es esto la sostenibilidad, el ecologismo, y recuperar la naturaleza de una joya destrozada en los años 70 y 80? Para este viaje no hacían falta semejantes alforjas. ¿No sería mucho más acorde con el pensamiento de hoy hacer un paseo de madera, como existe en muchas playas? ¿Este paseo (de madera) podría sufrir las inclemencias del tiempo? Sí, y siempre sería susceptible de rehacerse como sucede en otros tantos arenales. Para hacer una zanja en la arena y rellenarla de cemento, para eso ya teníamos el paseo/muro franquista. Ahora a repetir el mismo error. Creí que habíamos aprendido de los fallos del pasado.
Por eso, repito las palabras de Ortega y Gasset de los años 30: «No es esto, no es esto».
«Para nada era esto».