La preocupación de los conservadores no es que Pedro Sánchez gobierne España, sino con quién y a qué precio. Está claro que no han sido gratis los pactos previos para conseguir los apoyos necesarios en la moción de Censura. Nadie sabe lo que se ha acordado entre bastidores, salvo unos cuantos. Pero la constitución del nuevo gobierno traslucirá parte de ese precio político. Las carteras ministeriales, que, por cierto, no tienen por qué ser exactamente las mismas que las del último gobierno de Mariano Rajoy, pues cada presidente puede reestructurarlas a su criterio, constituirá un indicio de la tendencia política que se avecina.
Todo el mundo espera que los cambios más inmediatos que propiciará el nuevo gobierno de Pedro Sánchez serán de índole social: quizá un nuevo pacto para mejorar la situación de las pensiones; mejoras de la situación laboral, de la ley de Dependencia…, pero quizá el mayor cambio sea la transformación de España en un Estado Federal, con una República que contentaría a una mayoría de la que no forma parte ni el Partido Popular ni Ciudadanos; ése es el motivo, en mi opinión, de esa sonrisa satisfactoria y enigmática que se observa en la caricatura realizada por Evaristo Pereira.