El brillante y colorido esplendor de La Panificadora se está desvaneciendo para convertirse en una imagen gris, llena de tristeza y a la espera de su desmoronamiento final. La ciudad de Vigo está abandonando la oportunidad de recuperar esa joya de la arquitectura industrial, la antigua y gigantesca fábrica de pan que estuvo operativa hasta el principio de la década de los años ochenta del pasado siglo XX. 
Estuvo operativa durante cincuenta y siete años y va camino de estar cerrada otros tantos años sin que nadie tome interés en ella, siquiera por mantenerla en pie. Los proyectos para su recuperación se han quedado en el papel y las palabras se las ha ido llevando el viento, eso es, por lo menos, lo que parece.
Sin embargo, todo queda en la memoria colectiva de una ciudad que observa la desidia y el moverse a impulsos de la conveniencia política. Algún día La Panificadora formará parte de esas facturas que la ciudadanía introduce en las urnas.
			

















