Entre las funciones del organismo están las de emitir dictámenes preceptivos sobre anteproyectos legislativos, elaborar informes sobre la socioeconomía gallega, participar en mesas sectoriales junto a representantes de la administración y por supuesto, la de elaborar la memoria anual sobre la situación socioeconómica de Galicia.
En esta última memoria que trata lo acontecido en 2017 se puede leer que «los datos socioeconómicos de 2017 son positivos» y que «2017 fue un buen año», por lo que «Galicia continúa su proceso de convergencia con Europa y que además el crecimiento fue equilibrado».
Continúa diciendo que «los buenos datos están llegando a la población, aunque se necesita seguir mejorando». Por otra parte «el PIB recupera los niveles de antes de la crisis», pero «al empleo le falta por recuperar los niveles previos a la crisis de 2008»
También incidió el citado informe que «un gran problema de base en Galicia es el demográfico, si bien se está en el buen camino», según el Observatorio Galego de Dinamización Demográfica».
Y resumiendo, el CES termina haciendo propuestas como «la de rebajar la carga burocrática, los plazos y la fiscalidad para crear nuevas empresas, habilitar más suelo industrial, impulsar la agrupación de pymes, aumentar los incentivos a los emprendedores, fomentar una actividad industrial más eficiente y con menor impacto ambiental» y por último «se aboga por mejorar la protección social u buscar un acuerdo marco gallego sobre la negociación colectiva en la relación entre empresa y trabajador».
Y después de esto y otros cientos de páginas más doña Corina finalizó toda orgullosa su informe y lo presentó a los medios con una sonrisa de oreja a oreja.
Y el abajo firmante pregunta desde su ingenuidad: ¿de verdad es necesaria la existencia de este ente para que todos los años por estas fechas nos perpetre en un informe una serie de lugares comunes en materia económica?
Y por último, ¿cuantos ‘chiringuitos’ como éste tenemos que subvencionar los ciudadanos para que una serie de políticos vivan estupendamente?
Como escribió Dylan en su día, la respuesta… está en el viento.
