Pero todo eso pronto quedará en el olvido hasta el próximo año. Sin embargo, esas reivindicaciones no pueden quedarse en deseos y consignas de un solo día. Esas reivindicaciones deben continuar el resto de los días del año, un día tras otro, hasta que todo cambie.
Durante las manifestaciones del día ocho de marzo muchas personas quedaban en un segundo plano, observando las manifestaciones desde las aceras o desde las ventanas y balcones. Muchas de esas personas eran mujeres de todas las edades, además de hombres que veían con desprecio e indignación a una mayoría que reclamaba un respeto y unos derechos justos y necesarios para las mujeres. ¿Qué es lo que está pasando cuando las verdaderas afectadas por la discriminación y la violencia no se deciden o no se atreven a participar? Lo cierto es que la realidad cotidiana todavía sigue siendo muy dura y muchas mujeres soportan en riguroso silencio marginaciones e incluso vejaciones.
Es preciso denunciar que la mayoría de las mujeres que tienen contratos temporales no se han atrevido a ir a la huelga por miedo a las represalias y a perder el trabajo, a pesar de haber sido convocada de modo oficial y de ser un derecho de la clase trabajadora. Y otras, dependientes económicamente de unos maridos patriarcas e intransigentes, han preferido no dar motivos para lo que podría ser un violento enfrentamiento familiar. Y tampoco olvidemos que en la actualidad, en pleno siglo XXI, existen mujeres que admiten el machismo y que educan a sus hijas como esclavas de su padre y de sus propios hermanos, que las obligan a atenderlos y a realizar las tareas domésticas mientras a ellos, a los hombres de la casa, se les permite cualquier licencia. Porque el machismo también está en las propias mujeres y en los más jóvenes, y resulta muy difícil contrarrestar esa educación recibida desde edades tempranas dentro de las casas.
Por todo ello, el “Día de la mujer trabajadora” es muy importante y cada año va cobrando más fuerza, pero no puede quedarse sólo en una celebración puntual del día ocho de marzo, sino que tiene que continuar todo el resto de los días del año. Además, cada persona tiene la enorme responsabilidad de contribuir a un cambio justo y necesario en el papel que debe protagonizar la mujer, en el respeto e igualdad que merece en todos los ámbitos. En mi opinión, la liberación de la mujer es su propio trabajo, digno, bien pagado y en igualdad con respecto al hombre. De ese modo puede tener voz propia y perder sus miedos. Pero a la vista de cómo están las cosas, todavía tardaremos muchos años en alcanzar esas metas.