En la penumbra de una noche normanda, el silencio del Canal de la Mancha se rompió a las 3:47:14 cuando el Figaro blanco y rojo de Alexis Loison, abrodo del Groupe REEL, irrumpió victorioso. El skipper normando, de 41 años, acababa de firmar su primera victoria general en la Solitaire du Figaro Paprec, la regata en solitario más exigente del mundo náutico, tras 19 ediciones de tenaz persecución. No fue un triunfo cualquiera: Loison dominó dos de las tres etapas, incluyendo esta última de 612 millas desde Vigo, que posicionó a la ciudad gallega al epicentro de la vela mundial.
El regreso del hijo pródigo: 19 años de espera coronados en la noche
La Solitaire du Figaro Paprec es mucho más que una carrera: es un rito de paso para los navegantes solitarios, un duelo contra el mar, el viento y uno mismo a bordo de idénticos Figaro Bénéteau 3. La regata, que comenzó el 7 de septiembre desde Rouen, con una flota de 35 skippers ha recorrido 1.800 millas en un trazado que incluyó cuatro travesías de la Mancha en la primera etapa (hasta Roscoff), una travesía del golfo de Gascuñía en la segunda (hasta Vigo) y esta tercera, un periplo brutal de ida y vuelta por el Atlántico norte. Loison, que ya había saboreado una victoria parcial en 2016, completó el trazado global en 12 días, 10 horas, 54 minutos y 18 segundos, con una media de 6,58 nudos sobre 701,39 millas reales en la fase final.
Su llegada, en un viento fresco de 18-20 nudos y mar cruzada, fue el clímax de una carrera magistral. «Esta Solitaire ha sido dura, ¡estoy feliz de ganarla! Pero esta, no sé por qué, ha sido más dura que las otras», confesaba Loison al pisar el pontón, aún aturdido por las largas jornadas. «Siempre había una vocecita que me decía cada año: ‘Insiste, insiste, lo conseguirás’. Por fin lo he logrado, y con estilo: primero, segundo y primero. ¡Es fabuloso! No me lo creo». Desde enero, el normando se repetía que era «su año», obsesionado con los detalles: «Aumentar cada cursor un poco, ir hasta el final en todo. La lista es interminable, pero sobre todo, disfrutar. He tomado el mismo placer este año, sin agobiarme, carrera a carrera, siguiendo mi buena estrella».
Normando de pura cepa, Loison no podía soñar mejor epílogo: llegar a casa, al Cotentin, como rey. «No puedo evitarlo, pero seguro que había una motivación extra para acabar aquí. ¡Es de locos, no podría haberlo soñado mejor!». Y aunque planea una vigésima participación «para el placer, sin presión», esta la saboreará sin prisa. «Habrá una 20ª Solitaire. La disfrutaré aún más, sin la losa del resultado. No sé cuándo, me guardo tiempo».
Un podio de juventud y astucia
Tras Loison, la pugna por el segundo y tercer puesto fue un ajedrez feroz. Charlotte Yven (Skipper Macif 2023), con una ventaja de 24 minutos y 5 segundos sobre su perseguidor, defendió con maestría su plaza. La bretona de 26 años, oscilando entre el segundo y quinto en la etapa, selló un podio histórico. «Lograr un podio en la Solitaire es increíble. Intentaré asimilarlo. Antes de partir, me decía que quería igualar mi mejor resultado, y creo que lo he superado. Me sentía a gusto en mi barco. Es el culmen de un gran trabajo con Macif, que me ha dado los medios para rendir», declaraba Yven al atracar, con la mirada aún en el horizonte.
Arno Biston (Article.1) completó el trío, un debutante que rozó la gloria con uñas y dientes. Pero la etapa final también alumbró a las nuevas hornadas. Tom Goron (Groupe Dubreuil), benjamín de la flota a sus 22 años en su segunda Solitaire, irrumpió segundo en la meta, a 12 minutos y 17 segundos de Loison. «¡Estoy demasiado contento de acabar en nota alta! Las dos primeras etapas me habían dejado un sabor amargo, pero he concretado. Ha sido una etapa preciosa: liderar simplifica todo, y salvo al principio, estuve en el top 4-5. Mentalmente, ha sido fuerte».
Quince minutos después, Jules Ducelier (Région Normandie) selló el podio de la etapa, otra promesa que Loison elogia: «Hay que vigilar bien a Tom y Jules; tienen un potencial enorme. Es un placer navegar contra ellos y un gozo entrenar con ellos». Entre los novatoss, Hugo Cardon (Sarth’Atlantique) reinó en la regata: vencedor de la segunda etapa en Vigo, acabó sexto en el general y primero entre novatos, un debut que ya huele a futuro grande.
El telón de una epopeya
A lo largo del día, las llegadas se encadenaron en el puerto de Saint-Vaast-la-Hougue, donde las puertas del basin se abrieron para un desfile de fatigados patrones. Los Figaro, maltrechos por 612 millas de infierno atlántico, atracaron entre aplausos y abrazos. Esta edición, con su podio ecléctico (un veterano, una promesa femenina y un debutante), cierra un capítulo inolvidable. Loison entra en el panteón de la Solitaire: la victoria de la pasión, de la insistencia, de los detalles que separan el sueño de la realidad.
La ciudad olívica se erige como capital velera
La tercera etapa, que comenzaba el 21 de septiembre en Vigo, transformó la urbe gallega en un hervidero de pasión náutica. Miles de espectadores abarrotaron el puerto, los miradores de la ciudad y la ría, convertidas en escenario global de la Solitaire. Esta parada no fue casual: Vigo encarnó el espíritu indómito del Atlántico. Los skippers, tras la segunda etapa ganada por el novato Hugo Cardon, partieron rumbo a Saint-Vaast-la-Hougue en un golfo de Gascuñía caprichoso, plagado de corrientes y efectos costeros, antes de remontar la Mancha. «Hemos jugado en todo tipo de condiciones: ceñida pura, corrientes, puntas de viento y una travesía completa del golfo. Una etapa hipercompleta, interesantísima», resumiría después el podio.
Para la ciudad, la Solitaire fue un orgullo efímero pero intenso: una regata, que rara vez toca suelo ibérico, puso a Vigo en el mapa de la élite velera, atrayendo a aficionados desde Lisboa hasta Bilbao. El impacto trascendió el deporte: economías locales se activaron con regatas paralelas y exposiciones de astilleros.