Ante esta denuncia, una unidad se dispuso a comprobar los hechos y efectivamente observó cómo en el balcón del domicilio hacia el que se focalizaban las quejas se encontraba una perra de raza catalogada como potencialmente peligrosa.
Los inquilinos de la vivienda y en concreto la titular del animal reconoció que carecía de la documentación que exige la ley para poseer este tipo de ejemplares. Además, el can tampoco tenía microchip.
El balcón en el que se encontraba estaba abierto y en el momento de la intervención llovía, por lo que el perro tenía que salvaguardarse en un lugar donde el agua no le mojase. Los agentes observaron asimismo cómo el suelo del balcón estaba lleno de heces y de orina. Igualmente, yacía tirado un saco de pienso.
A pesar de que el animal parecía bien alimentado, se apreció por parte de los policías que pudiera no estar recibiendo los cuidados que necesitaba y que su situación era de semiabandono. Por todo ello cursaron las oportunas denuncias.