Las —controvertidas e inexplicables— decisiones en el terreno sanitario de la ciudad de Vigo conllevaron el cierre de ambos hospitales así como la reconversión del Hospital Nicolás Peña, al que trasladaron la unidad psiquiátrica del Hospital Rebullón, hospital que también está cerrado. El Hospital del Meixoeiro, por su parte, funciona bajo mínimos. Estas decisiones sanitarias tienen sus responsables, que deberían rendir cuentas ante unos usuarios que sufren los cambios de la oferta sanitaria y el desperdicio de instalaciones que permanecen cerradas o infrautilizadas. El Cíes es uno de tantos ejemplos de despilfarro de dinero público. Nadie se explica por qué razón no se lleva a cabo el proyecto realizado por el arquitecto Salvador Fraga para convertirlo en geriátrico. No existe ninguna disculpa que impida su realización, y su paralización y el actual cierre y deterioro del edificio hacen pensar en extraños intereses.