«Y un día, muy lejano, le voy a decir a mi hijo…»yo jugué con Michael Krohn-Dehli»…». Este es el mensaje que escribió Larrivey tras el partido de este sábado. El danés es un jugador muy querido por sus compañeros, siempre se ha sacrificado por el grupo y ha hecho mejores a los futbolistas que le han rodeado. En su último partido, también quiso dejar su sello. Fue el encargado de ‘imaginar’ el gol de Hugo Mallo tras un estupendo pase a Orellana. Lástima de esa oportunidad que tuvo unos instantes antes de ser sustituido. El tanto hubiera hecho que la tarde fuese redonda.
Balaídos le despidió como se merecía. Todo el estadio se puso en pie para aclamar a un jugador que ha decidido no renovar su contrato, pero que siempre ha dado una lección de profesionalidad.
«Siempre tendré al Celta en mi corazón», explicó Krohn-Dehli el pasado jueves en la rueda de prensa el día de su despedida. Y es que el conjunto celeste le ha permitido crecer como futbolista, convetirse en un nombre importante en la Liga española. Se marcha, posiblemente al Sevilla, porque quiere jugar en Europa y también, obviamente, porque su sueldo crecerá notablemente. Enfila el último tramo de su carrera y no puede dejar escapar ese tren.
Krohn-Dehli llegó al Celta en el verano de 2012, el del retorno a Primera de los vigueses. Su fichaje fue un gran acierto de Miguel Torrecilla. Venía de completar una buena Eurocopa con Dinamarca, pero era prácticamente un desconocido para la mayoría de la afición celeste. Pronto se metió al público en el bolsillo gracias a su calidad innata y su sacrificio constante.
La primera temporada se le acabó haciendo larga, no había tenido vacaciones en verano. Fue de más a menos. Aun así, resultó clave durante muchos tramos del curso. En la segunda, Luis Enrique no contó con él desde el inicio, pero no tardó demasiado en hacerse un hueco retrasando un tanto su posición. Y la actual campaña ha sido para enmarcar. Ha sido el timonel del Celta, el líder dentro del campo. Se le echará mucho de menos.