La prueba más fehaciente se pudo comprobar este domingo sobre un renovado césped, siempre más propicio para que los virtuosos desplieguen sus cualidades. En ese grupo de jugadores se encuentra Marcelo Díaz. Durante los minutos que estuvo sobre el campo, el chileno dejó señas de su calidad, criterio y aplomo. De ser un jugador que reúne experiencia, atrevimiento y saber estar. Repartió juego de una banda a otra, cometió algún error al principio al no entenderse con sus compañeros pero dio otros pases lejanos al pie. Las estadísticas le dan un 98% de precisión. Y, por si fuera poco, inició la jugada del gol del empate. Ese gol que culminó Beauvue, el otro fichaje llegado en enero, y que salvó un punto de Balaídos, que iba camino de caer en depresión.
Y es que, al fin y al cabo, el azaroso mercado de invierno sumó un punto este domingo. Al guadalupeño todavía le queda para justificar los cinco millones de euros (más variables) que costó su incorporación, pero ya se ha estrenado como goleador a principios de febrero. Primero tuvo que ajustar la mirilla. Falló una ocasión clamorosa cuando ya se cantaba el tanto en la grada. Pero en la siguiente no perdonó.
El Celta no es club que pueda soltar millones con facilidad, así que cada fichaje es mirado con lupa. Los dos últimos vivían ante el Sevilla –esta vez en Liga- un día especial. Marcelo Díaz se estrenaba en Balaídos, y era la primera vez que la aficiónn veía a Beauvue salir de inicio. Quizás es pronto para repartir medallas pero al menos este domingo ambos han justificado su llegada.