En una gesta heroica que fusiona pasión por el fútbol y superación personal, el atleta arousano Pablo Otero ha completado este domingo, 18 de agosto, un desafío que ha cautivado a la afición celeste: correr 70 kilómetros desde su localidad natal, A Illa de Arousa, hasta el estadio de Balaídos en Vigo. Esta aventura, nacida de una promesa hecha a principios de año, celebra la clasificación del RC Celta para la Europa League la temporada pasada, un logro que Otero juró honrar con esta maratónica carrera. Este joven, subcampeón de España de milla en ruta, transformó una apuesta entre amigos en un símbolo de devoción al club vigués, en un día que, como no podía ser de otra manera, coincidió con el debut liguero de los celestes ante el Getafe.
El origen de una promesa inolvidable
La idea surgió entre amigos que frente a una pantalla veían un partido del Celta, allá por enero de 2025. “Les dije que si íbamos a Europa, iba corriendo desde A Illa hasta Balaídos, que son 70 kilómetros. Lo hice como una de esas promesas que se hacen a la ligera, sin ser consciente de que el equipo pudiera lograrlo, pero qué maravilla poder cumplirla”, explica Otero. Miembro de la Peña Carcamáns desde hace más de dos décadas, el atleta arousano vio cómo su compromiso se materializaba gracias al buen rendimiento del equipo de Claudio Giráldez, que selló la vuelta a Europa tras ocho años de ausencia.
El reto no fue solo físico, sino también emocional. Otero, habitual en los partidos de Balaídos y socio fiel, representa a esa afición que vive el fútbol como una forma de vida. “No me pierdo un partido en casa desde hace más de dos décadas. He vivido muchos momentos complicados, y este regreso a Europa es un regalo para todos los que estuvimos ahí siempre”, relata. La promesa, que se popularizó entre la afición, contó con el apoyo del club, que abrió las puertas del estadio para su llegada y documentó la hazaña en sus redes sociales.
Un recorrido épico por etapas
Otero inició su aventura a las 8:00 horas desde A Illa de Arousa, dividiendo los 70 kilómetros en etapas para gestionar el esfuerzo y permitir que otros corredores se unieran. El primer tramo, de 18 kilómetros hasta O Mosteiro, lo completó acompañado por amigos de la Peña Carcamáns, que lo esperaban con avituallamiento. “Hubo de todo: momentos de flaqueza, como en el kilómetro 40, donde sufrí un bajón de azúcar. Hasta el 30 fui muy fácil, casi sin sufrir, pero a partir de ahí fue una lucha continua contra la cabeza. Nos enfocamos en llegar, y al final lo conseguimos”, cuenta Otero con una sonrisa de satisfacción.
En Pontevedra, se detuvo para sacarse fotos ante el icónico Ravachol, antes de seguir hacia Redondela en un tramo de 20 kilómetros. El último segmento, de 15 kilómetros hasta Balaídos, culminó sobre las 17:00 horas, con un recibimiento triunfal: aplausos y una camiseta del Celta con el número 70, entregada por representantes del club. “Fue un día especial que llevan tiempo esperando los aficionados, y para mí, cumplir esta promesa es una forma de celebrar lo que significa el Celta: mi equipo, mi historia, mi gente”, reflexiona Otero.
Del asfalto a las pistas
Tras esta gesta, Otero mira al futuro con ambición. “Ahora toca afrontar la parte principal de mi temporada, dejarse de retos por lo menos hasta el año que viene”, bromea. Su idea es iniciar una pretemporada sólida, de cinco o seis semanas, y competir progresivamente. “Me gustaría encontrar una media maratón para octubre o noviembre en la que hacer mi marca personal y, a partir de ahí, trazar la línea de la temporada. Quiero correr una media maratón y me encantaría que fuera en Pontevedra, pero debo consensuarlo con mi manager”, detalla.
Respecto al Celta, Otero es optimista: “Espero seguir disfrutando del equipo, que incluso importa más que los resultados. Pero si tengo que quedarme con algo, espero que el Celta haga un buen papel en la Europa League y en la Copa. En Liga, intentar llegar a esos 50 puntos y después ver qué sucede”. Su conexión con el club va más allá del deporte: es una pasión que le ha impulsado a esta gesta, demostrando que la fidelidad celeste trasciende el campo de juego.
Un reto que inspira a la afición
El reto de Pablo Otero ha trascendido lo personal para convertirse en un símbolo de la devoción celeste. La afición, que siguió su progresión en redes sociales, celebró su llegada a Balaídos con aplausos y mensajes de admiración. “Es una forma de celebrar lo que significa el Celta para mí. Es mi equipo, mi historia, mi gente”, resume Otero. En una era en la que el fútbol se ve como una industria, historias como esta recuerdan que la pasión por un escudo sigue viva, impulsando actos de superación que unen a la comunidad.
Mientras el Celta inicia su temporada, la gesta de Otero queda como un ejemplo de cómo el amor por unos colores puede mover montañas o, en este caso, recorrer kilómetros.