Ya no está Escribá para culparle de todos los males, tampoco vale la excusa de que está empezando la temporada ni que jugamos ante los “grandes” de La Liga. El choque era ante el colista, pero realmente el único equipo que parecía de Segunda División fue el Celta. Un espectáculo lamentable a lo largo y ancho de 90 minutos.
Ni siquiera el último arreón en el que se pudo rascar un punto inmerecido sirvió para ocultar el vergonzoso papel que los vigueses ofrecieron en el estadio madrileño. Por primera vez desde la llegada de Óscar García, jugaron juntos Denis y Rafinha, pero los dos hombres llamados a darle un plus de calidad al equipo en el centro del campo siguen sin aportar nada bueno, tan solo depresión.
Quiso dominar el Celta el cuero para imponer su ritmo, pero fue incapaz de plantear una circulación suficientemente veloz para desarmar al rival, un pecado que fue constante todo el choque. Para el Leganés, la misión era la contraria, menos control y más llegada. Y los locales golpearon desde el minuto uno. Primero lo intentaron con dos disparos lejanos. A los 15 minutos ya estaban por delante gracias a una falta inocente de Rafinha en la frontal. Óscar se sacó un lanzamiento perfecto a la escuadra al que Rubén no pudo llegar.
El gol derrumbó a los vigueses, superados en todas las facetas y a merced del acoso de los madrileños durante muchos minutos. Los pepineros mostraron un nivel de intensidad a años luz de los celestes. El despropósito acumulaba hitos a medida que pasaban los minutos. Lesión de Denis, una nueva pérdida de Hugo Mallo y golazo de Óscar desde fuera del área, pero sobre todo un actitud deplorable sobre el terreno de juego.
Óscar García buscó grandes remedios a grandes males. Fuera Mallo, en un estado de forma lamentable, y dentro “Toro” Fernández. Delantero por lateral y Pape a la banda. La revuelta duró apenas diez minutos. El Leganés siguió mostrando un compromiso y una entrega en cada jugada que avergonzó al Celta. A todos, sin excepción.
El mejor ejemplo fue el tercer gol, un acoso y derribo permanente con los celestes deambulando sin la más mínima intención de poner remedio al naufragio que se estaba produciendo. El Leganés demostraba que se estaba jugando la vida, mientras el Celta parecía estar en una pachanga en la playa de Samil. Un bochorno para un equipo profesional de Primera División.
Araújo marcó de cabeza en una jugada a balón parado y Brais se convirtió en el último cambio en busca de un milagro al entrar por un Rafinha muy desafortunado todo el partido. Para completar el desastre, el árbitro expulsó a Gabriel Fernández por razones paranormales.
Y cuando todo estaba perdido con uno menos, saltó la espoleta. Fue gracias a una jugada de Iago Aspas, que se sacó de la chistera un golazo de bandera. En la siguiente jugada el del Moaña estuvo a punto de repetir y empatar el partido. En tan solo dos minutos se había generado más peligro que en todo el partido. Nada sirvió para ocultar el bochorno.
Leganés: Cuéllar; Bustinza, Tarín, Awaziem, Silva, Rodrigues; Recio (min.38, Arnaiz), Pérez, Óscar (min.87, Eraso), Nesyri; Braithwaite (min.75, Guido).
Celta: Rubén; Mallo (min. 45, Gabriel Fernández), Aidoo, Araújo, Olaza: Okay, Pape, Rafinha (min.64, Brais Méndez); Denis (min.38, Sisto), Mina y Aspas.
Goles: 1-0, min. 15: Óscar, de libre directo; 2-0, min. 39: Óscar, de lanzamiento lejano. 3-0, min. 55: Rodrigues, de tiro cruzado. 3-1, min. 63: Araújo, de cabeza. 3-2, min. 82: Aspas, en jugada individual
Árbitro: Sánchez Martínez (Colegio Murciano). Mostró tarjetas amarillas a Recio, Okay, Pérez, Tarín y Gabriel Fernández. Roja directa a Gabriel Fernández.
Incidencias: Partido correspondiente a la Jornada 16 de La Liga disputado en el Estadio de Butarque.