Marta Canella es una referencia con 20 años. Capitana del Zelta Zorka deja la temporada al final de enero para disfrutar en Bélgica de una beca Erasmus. En verano ganó la medalla de oro con la selección sub-20 para, posteriormente, pasar varios meses lesionada y regresar a las pistas «al 50%». Sabe que el baloncesto no es para toda la vida -y menos el femenino-, por lo que «estudiar, en mi caso, es una obligación». Lleva su titulación universitaria a curso por año y en la pista puede jugar desde base, su posición original, hasta ala-pívot.
¿Cómo vive las últimas horas antes de marcharse?
Pues ahora ya me queda poco. El sábado tengo el partido y estaré todo el día fuera y el domingo tomo el avión. Llevo toda la semana de despedidas y la de las compañeras será la última. Tendrán todo el día para hartarse de mí.
¿Qué sintió en el último partido en casa?
Fue especial. En Navia hay un ambiente muy bueno con toda la gente y es muy agradable jugar allí. No sé si volveré a jugar, no sé si seguirá siendo Navia el pabellón, no sabes lo que pasará el año que viene. Y, al conocer que ya es el último partido de la temporada en el pabellón, se hace especial. Tiene un ambiente muy agradable y acogedor.
¿Se va con la tranquilidad de que el equipo está mejor?
Sí, por una parte me da pena dejarlo ahora que va todo mejor, pero también es un buen momento para poder ir porque las cosas van bien, las compañeras están con más confianza y la llegada de Ylenia también nos ayudará. Se quedan en buenas manos y es el momento ideal.
En los últimos meses pasó de ganar un oro con la selección española sub-20 a parar varios meses por una lesión en las rodillas.
Desde hace un año, en febrero, me duelen las rodillas. Fue una montaña rusa de sensaciones. Los dolores y estar parado es algo para borrar. No sabía ni lo que era, no tenía diagnóstico y durante muchos meses estuve así. En medio, llegó la selección y fue lo mejor que me pudo pasar en mi pequeña carrera deportiva. La lesión fue lo peor y es un calvario. Ni para adelante ni para atrás. Viví el blanco y el negro.
No tener un diagnóstico, ¿es lo más preocupante?
Ahora sigo estando mal, pero, al menos estoy jugando y entrenando aunque sea a duras penas y con dolor. Estoy al 50%. Por lo menos, me quedo con algo de satisfacción. Aún así, no se sabe muy bien lo qué es y es complicado. Espero que no sea crónico y todavía tengo esperanzas. Estando como estoy ahora mismo no podría jugar ni una temporada entera ni el resto de mi vida. Por lo tanto, tengo la esperanza de estar mejor, dar con la clave y solucionarlo.
Acaba mal la temporada y recibe la llamada de la selección, ¿qué le dice?
Le dije todo el momento la situación y, antes que yo, ya se la explicó Carlos Colinas y le dijo todos los problemas. Me llegaba esta oportunidad y era única porque se trataba de la última categoría de formación. Estaba en un gran momento deportivo, creo que me lo merecía, pero me llegaba en la única etapa de mi carrera en el que tenía una lesión. Se lo dijimos, aceptaron, y por intentarlo que no fuese. No sé los motivos, pero con la selección aguanté bien y me pude quedar en el equipo.
Y al volver regresaron los problemas y más fuertes
El primer día pretendía meterme con normalidad con el grupo y el preparador físico, Mario Muñoz, me dijo que no. Me explicó que era mejor que me vieran y empezar con calma. No me dejó empezar hasta que me exploraran y, cuando comencé, fue mal. Al final, fue por intentarlo. Llegas con las ganas y la confianza de la selección y te las cortan de pronto. Era el aliciente que tenía, quería seguir jugando a baloncesto que puede darte cosas muy bonitas, pero no pude. Da igual que traigas una medalla, estar parada nunca gusta.
¿Ya tenía tomada la decisión de jugar sólo hasta febrero?
Sí, ya al final de la temporada pasada había estado gestionando el Erasmus y lo comenté en el Celta. Si ellos querían seguir contando conmigo, iba a ser de esta forma. Había escogido irme medio año porque no quería dejar pasar la oportunidad de irme fuera, ni dejar un año entero el baloncesto y menos en esta liga, que es lo que conozco. No veía la opción de jugar fuera en otro equipo. Cuando evalué las opciones, no había ni ido con la selección y… ¿Qué iba a hacer en Bélgica jugando? ¿Quién me iba a querer? Era la forma de compaginarlo.
Compaginar los estudios con el deporte, cuando se alcanza un nivel alto, ¿es complicado?
Nosotros estamos en el Celta y estamos educadas de esta forma desde pequeñas. Entre mi familia y el club siempre me enseñaron a darle prioridad a los estudios. Cuando era más pequeña era un premio ir a entrenar y ahora, la verdad, no tengo mayor problema. Es complicado porque el volumen de estudios es más elevado pero el club tiene que saber que es necesario al tener gente joven. Los jóvenes, estudiamos. Si hay mañanas libres, hay que entrenar. Yo tengo un buen horario porque estoy como en el colegio. Otras compañeras lo tienen peor. Cuando hay que apretar más en épocas de exámenes, hay que hacerlo. Siempre tuve una educación así y no me supone un problema.
¿Por este motivo tiene que aprovechar las oportunidades y el Erasmus es una de ellas?
Sí, ya estoy en el tercer curso y es tomarlo o no. La opción de ir a otro país a estudiar sin tener que preocuparte de casi nada es algo que antes no había y muy fácil de realizar. Sabía que quería aprovechar una oportunidad así. No somos ni chicos ni esto es fútbol. Aunque tuviese la suerte de practicar otro deporte fuera del baloncesto femenino y tuviera un mayor reconocimiento, también creo tengo que formarme de todas formas. En mi caso, es algo obligatorio.