Alexia Dotras Bravo es una mujer que está acostumbrada a luchar para abrirse camino en un mundo mayoritariamente gobernado por hombres. Estudió Filología Hispánica y Filología Galega en la Universidad de Vigo, se doctoró con un trabajo sobre el Quijote, y completó su formación un máster sobre literatura infantil y promoción de la lectura, en la Universidad de Castilla – La Mancha.
De padres vigueses, nació en Maracaibo (Venezuela) y vino a Vigo con once meses de edad. De niña se inició en el tenis y después llegó a entrenar profesionalmente al pádel en el Club de Campo de Vigo, participando en numerosos torneos, pero sin abandonar sus estudios. Como quiera que el pádel no es un deporte asentado en Portugal, en el jardín de su casa de Bragança tiene instalado un frontón para continuar practicando el deporte que más le gusta.
Su afición a la lectura le llevó a abrir una librería especializada en libro infantil e ilustrado en el centro de Vigo, que cerró hace años y que llamó “Peles Guedellas”, haciendo un guiño al apodo de su padre. Es muy aficionada al cine y a todos los productos narrativos de ficción y disfruta viajando y visitando museos en compañía de su hija Alexia, de tres años. Ejerce como profesora en el Instituto Politécnico de Bragança —lo que sería equivalente en el sistema español a Universidad Politécnica—, donde vive desde hace años. En esa universidad portuguesa imparte Literatura Española en el Grado de Lenguas Extranjeras y también es profesora del Máster de Traducción.
A pesar de vivir en Bragança y veranear en su casa de Combarro se considera viguesa y nunca pierde la oportunidad de regresar a la ciudad de Vigo, a la que ama, sin descartar que algún día pueda volver para quedarse definitivamente.

Comenzó a escribir su primera novela en sus años de juventud, sin embargo, a pesar de tener numerosos trabajos profesionales publicados, esperó hasta ahora para publicar “Jugar al Palacio de Rosa” (Libros Indie). Se trata de una novela ambientada en la ciudad de Vigo y por su título y su portada puede resultar de apariencia equívoca, puesto que se trata, en realidad, de una novela muy elaborada y enfocada al público adulto. Está escrita con un estilo cervantino; el narrador va engañando al lector sin que llegue a saber lo que es verdad y lo que es mentira. En sus páginas se esconden falsas apariencias y el juego al que hace mención el título, en realidad, no tiene nada de frívolo, por eso constituye una novela que sorprende a los lectores.
La novela fue presentada al público por primera vez en el restaurante “Calma Chicha”, en el número 29 de la Rúa Teófilo Llorente, de Vigo, y la presentación corrió a cargo de Teresa Egerique. La segunda presentación se llevó a cabo en la librería Librouro, en el número 12 de la Rúa de Eduardo Iglesias, de Vigo, y la encargada del acto fue Silvia Iglesias, profesora de Lengua y Literatura y subdirectora del IES Castelao.
Pregunta.- ¿“Jugar al Palacio de Rosa” es el primer libro que publica?
Respuesta.- Sí, es la primera vez que me lanzo a publicar una novela. La comencé a escribir hace dieciséis años y es mi primera novela. Pero en investigación tengo un centenar de publicaciones entre libros y la tesis doctoral, además de diversas ediciones de obras literarias.
-¿Sobre qué versó su tesis doctoral?
-Sobre los trabajos cervantinos de Salvador de Madariaga.
-¿Por qué el nombre de “Jugar al Palacio de Rosa”, qué significa?
-La novela la comencé a escribir cuando tenía entre veinticinco y veintiséis años. Estaba haciendo la tesis doctoral en ese momento y por eso es una novela de clara raíz cervantina. Los capítulos están todos en infinitivo y el título corresponde al quinto o al sexto. Jugar y comprar son las dos claves. Jugar al Palacio de Rosa es un juego que surge en ese capítulo y es el que organiza un poco la relación entre ambos personajes. Juegan a ser algo diferentes a lo que son, juegan a ser otros, juegan a obtener un rol diferente al habitual. Y Rosa, que tiene poca capacidad económica, tiene que aceptar, de alguna forma, que le compren cosas para adquirir el palacio.
-Su novela está centrada en la ciudad de Vigo. ¿Por qué eligió Vigo como escenario?
-Aunque escriba para el cajón, tengo claro que la ambientación y los lugares donde tiene lugar la trama tengo que conocerlos. Aunque nací en Maracaibo, viví en Vigo desde los once meses de edad y Vigo es mi ciudad, para lo bueno y para lo malo, la que quiero, amo, odio, rechazo, busco, es mi ciudad.
En mi mundo tienes que hacerte valer porque las cúpulas directivas son hombres y pocas veces son mujeres
-¿Qué opinión le merece el Vigo actual?
-Lo conozco menos porque lo vivo menos, pero me merece una opinión estupenda. Independientemente de los amores y desamores de nuestro alcalde, me parece que es una ciudad que ha mejorado al ritmo que las otras ciudades españolas. O sea, que ha ganado en luz, en sostenibilidad, ha ganado en accesibilidad, entonces, me gusta este Vigo. Lo conozco menos desde que no tengo casa en la ciudad, pero es un Vigo que me gusta y que me va a seguir gustando siempre, creo. No tengo esa voz crítica por el hecho de no vivir, quizá con una visión idealizada, pero me gusta.
-En el libro también aparece usted. ¿Es difícil escribir sobre uno mismo como si se observara desde fuera?
-La Alexia del libro poco o nada tiene que ver con la Alexia real. Es una forma de autoparodia. No me cuesta hacerlo siempre que sea superficialmente. Si fuera a hablar sobre mí como soy yo quizá tendría más pudor.
-Además de Alexia Dotras, ¿hay algunos personajes reales en su novela?
-Sí. Hay una descripción de la Rúa Príncipe cuando llegan los protagonistas, y hay un señor de pelo cano que saluda y ese es mi abuelo Juan Bravo, que tenía la tienda allí. Hay algunos guiños a algunas personas que quiero y que ya no están.
-Pero no es una novela autobiográfica.
-Nunca. Nada, nada. Ni me parezco a Rosa, ni Rosa se parece a mí, ni Pablo, ni nada. No, sólo utilizo algún material narrativo que procede de mis propias vivencias.
-¿Se le ha resistido algún personaje a la hora de escribir?
-No. No se me han resistido ninguno. Es una novela de juventud, y cuando le he vuelto a leer durante el confinamiento me gustó, está bien hecha y no tuve que rehacer ningún personaje, en la relectura la vi con ojos críticos, pero salió positiva la lectura, no tuve que hacer nada, los personajes ya habían ido solos quince años antes y seguían solos.
En la Universidad de Vigo aprendí muchísimo con profesores jóvenes, enérgicos y apasionados, y esa formación es la que me ha puesto en el camino
-Todos las personas que escriben tienen sus demonios y sus ángeles. ¿Cuáles son los suyos?
-En cuanto a los demonios, tenía miedo a no conseguirlo, a que a nadie le interesase. Tenía miedo al fracaso porque soy una escritora nóbel, aunque esta es una novela de hace años y aún la iba a publicar ahora. Tenía miedo al fracaso como escritora. No tengo miedo a la hoja en blanco, a que sólo lo lean mis amigos y mis alumnos, gente de mi profesión. Supongo que el ángel, o lo que me ayuda más a escribir, es mi formación sólida en literatura. Hice mi tesis doctoral en el área de la literatura y, además, soy profesora de literatura, que es de lo que doy clase. Agradezco mi formación sólida a la Universidad de Vigo, que llevaba poco tiempo funcionando como universidad desvinculada de la de Santiago de Compostela. En ella aprendí muchísimo con profesores jóvenes, enérgicos y apasionados, y esa formación es la que me ha puesto en el camino. Yo creo que sí.
-¿El libro se va a publicar también en portugués?
-Ninguna editorial se ha interesado todavía por él. Lleva sólo dos meses en el mercado. Me encantaría que alguna editorial se interesase. Yo por ahora no he hecho ningún movimiento en ese aspecto, pero me gustaría, entre otras cosas, porque yo doy clases de traducción en el Politécnico de Bragança y tengo alumnos y recién graduados en el máster que son muy capaces de traducirla; sería una actividad estupenda. Pero, por ahora, no he hecho ningún movimiento, poquito a poco. De todas formas, aunque no se publique en portugués, la estoy vendiendo muy bien en Portugal porque mis alumnos y compañeros leen en español, allí es lengua vehicular para ellos. Y los habitantes de Bragança y Trás-os-Montes hablan muy bien español, llevan toda la vida cambiando de frontera, como aquí.
-En un capítulo nombra las revistas “Telva”, “Vogue” y “Marie Claire”. ¿Le gustaría escribir en ese tipo de revistas orientadas a la mujer?
-No, no. Justamente lo hago desde el punto de vista del estereotipo de que Rosa necesita vestirse de una determinada manera y tendencia y no parecer una chica de barrio o de monte, que es, y entonces ese tipo de lecturas para ella son importantes para convertirse en una chica de tendencia, pero esas revistas, a pesar de que tienen artículos interesantes, culturales y de conocimiento, no soy una persona a la que le interese mucho. Me encanta la moda, pero no creo que yo pudiese dar el perfil para escribir en una revista de esas. Creo.
-Como profesora de literatura, ¿qué crítica haría de su libro?
-No sé si es una crítica, pero sí le pondría la pega de que siendo una novela de juventud, como es, haya salido tan tarde y ya no me representa igual ahora. Entonces, es una crítica a la escritora que podía haber tenido las agallas de hacerlo.
-Cuando alguien termina de escribir un libro comienza a pensar en el siguiente. Háblenos de sus proyectos de futuro como escritora.
-Ya llevo años, porque mis proyectos siempre están en un cajón. Tengo uno de los personajes del Palacio de Rosa que es el protagonista de la siguiente novela que estoy escribiendo ahora. Llevo años escribiendo una novela que surge de uno de esos personajes de la primera. Tengo, además, una colección de cuentos preparada y lista por si alguien se interesa para publicarla, o por si yo decido moverla como he movido el Palacio de Rosa.
Independientemente de los amores y desamores de nuestro alcalde, me parece que Vigo es una ciudad que ha mejorado al ritmo que las otras ciudades españolas
-¿Cómo cree que ha afectado este tiempo de pandemia a la literatura?
-Por las estadísticas e investigaciones que se ven parece que ha sido positivo porque la mayor parte de la gente parece que ha leído más, porque al meterse en casa parece que la afición ha renacido. Para mí ha servido, por lo menos, para coger este libro y releerlo, y para ver si no me moría de la grima y entonces me lanzaba a intentar editarlo. O sea, que yo creo que ha sido positivo. Si con esto la gente ve que pasar un poquito de tiempo leyendo, además de consumir otros productos de ficción más pasivos como la televisión, el cine y el ordenador, recuerdan que pasar páginas, o hacer el gesto en un ebook, sigue siendo uno de los entretenimientos mejores que inventó el hombre, en el que se cuentan historias, pero, en este caso, por escrito, bienvenido sea. Yo creo que ha sido positivo.
-Si la novela “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury, se hiciera realidad, ¿qué libro le gustaría memorizar para salvarlo del fuego y del olvido?
-Siempre, El Quijote. Es que no tengo ni que pensarlo. Siempre, El Quijote, para todo.
-¿Qué opina usted del feminismo?
-Pues yo soy bastante feminista, por no decir que soy una feminista intensa y activa. Por eso, quizá, a lo mejor, esa imagen un poquito superficial. Prefiero una actitud hacia la mujer un poquito más combativa y yo siempre lo digo, en mi área de conocimiento, las humanidades, somos muchas mujeres, pero en otras áreas del conocimiento de la universidad, que diría matemáticas, arquitectura…, son más hombres. Si yo no hubiera tenido profesoras con la valentía de estudiar, de formarse, de meterse en el mundo del conocimiento, de la universidad, no estaría trabajando donde estoy, con lo cual, sí creo que es necesario ese activismo, porque sin él no estaríamos donde estamos. Yo ya me he encontrado en clase algunas situaciones de alumnos muy machistas, parece mentira, y con comentarios despreciativos hacia la mujer, y entonces le he dicho que es una mujer la que le está dando clase, que sabe las cosas que dice. En mi mundo tienes que hacerte valer, y más viendo que las cúpulas directivas de las universidades, los rectores y vicerrectores, son hombres, y que pocas veces son mujeres. Puedes encontrarte decanas, pero en el mundo de los rectores y vicerrectores sigue habiendo más hombres que mujeres.
-¿Le gustaría volver a instalarse en Vigo?
-Sí. Ahora sí. Si la pregunta fuera hace años diría que, uf, que no sabía, que estaba un poco saturada de la vida de Vigo, del frenesí, pero ahora mismo, a mi edad, creo que sí. Siempre volviendo a la universidad. Me instalaría en Vigo si tuviese oportunidad de volver, aunque también estoy bien donde estoy. Dos horas y media o tres separan a Bragança de Vigo, no es tanta migración, es una media migración. Vuelvo a Vigo siempre que lo necesito y tengo la suerte de que pasa cualquier cosa y en dos horas o tres ya estoy en casa para solucionar esa cosa, o cuando tengo morriña.