En el mundo del cine y la televisión, los nombres en los carteles suelen eclipsar a quienes, desde las sombras, dan vida a las historias. José Ramón Solla, técnico de mantenimiento de profesión y extra por pasión, es uno de esos héroes anónimos que llenan de autenticidad las producciones audiovisuales. Desde su hogar en Vigo, a pocos metros de Balaidos, este gallego ha participado en 149 proyectos, desde series como Fariña hasta anuncios de Lexus o videoclips con Hugo GZ. En esta entrevista para Vigoé, José Ramón comparte su perspectiva sobre un oficio que combina esfuerzo, adrenalina y la magia de hacer cine. Su historia refleja el valor de quienes, con trabajos cotidianos y dedicando su tiempo libre, sostienen la complejidad del audiovisual español.
Un comienzo fortuito
La aventura de José Ramón en el audiovisual comenzó en 2017, cuando un amigo le habló de una oportunidad en la serie Fariña. “Estaban buscando figurantes nuevos, y le dije que mandase mi perfil. A los pocos días me llamaron”, recuerda. Su primera escena, interpretando a un funcionario de prisiones en una cárcel de Muros, fue un punto de inflexión. “Algo se despertó dentro de mí”, confiesa. Aquel rodaje, con el bullicio de los sets y la intensidad de las cámaras, encendió una chispa que le llevó a explorar un mundo hasta entonces desconocido.
Desde entonces, José Ramón ha acumulado más de 235 sesiones en proyectos que van desde series de gran presupuesto hasta anuncios y videoclips. Su versatilidad le ha permitido interpretar desde pequeños papeles hasta figuraciones especiales, como en Motel Valkirias o el reciente videoclip Equilibrar de Hugo GZ y Guadi Galego, donde asumió un rol protagonista. “Un día haces una figuración, luego otra, y sin saber muy bien cómo, terminas grabando un anuncio”, explica con una sonrisa.
Del taller al plató, el arte de compaginar
José Ramón es técnico de mantenimiento en una empresa viguesa, un trabajo que le apasiona pero que no define toda su vida. Hace unos años, un cambio de turno le abrió las puertas del audiovisual. “Pasé a trabajar los fines de semana y festivos, lo que me permite desplazarme entre semana a grabaciones”, detalla. Este año, por ejemplo, ha pasado 60 días en Madrid y cuatro en Euskadi, demostrando que la pasión por el cine no entiende de distancias.
A diferencia de muchos hobbies, el suyo es rentable. “Habitualmente, los hobbies cuestan dinero; yo puedo decir que con el mío lo gano”, afirma con orgullo. Este ingreso extra le ha permitido viajar por España, desde los platós de Toledo para series como ENA hasta Vitoria para Cuerpos locos. Sin embargo, lo que más valora no es el dinero, sino la experiencia. “Me pongo nervioso en los castings, luego en el set, y cuando me cogen es una euforia maravillosa. Después, la adrenalina de la grabación y la emoción de verme en pantalla… Disfruto cinco o seis veces de una sola escena”, revela.
La magia del plató
Para José Ramón, los rodajes son sinónimo de “buen rollo”. Una de sus mejores anécdotas ocurrió durante el anuncio de Coren en 2023, grabado en Oporto. Allí compartió escena con Lucas Pérez, entonces capitán del Deportivo de La Coruña. “Lucas es muy cercano, estuvo de guasa conmigo todo el rato. Al principio me cortaba, pero luego fue bidireccional”, ríe. Gracias a ese encuentro, José Ramón, celtista de corazón, confiesa ser “un poquito del Depor”.
Estas conexiones son parte de lo que hace especial su trabajo como extra. Ya sea en los bulliciosos sets de Fariña, con 17 sesiones, o en los íntimos rodajes de Asunta, con cinco sesiones, José Ramón encuentra en cada proyecto un ambiente de camaradería. “En los rodajes conoces a gente increíble, desde actores hasta técnicos. Todos trabajamos para lo mismo: contar una historia”, subraya.
Los héroes anónimos del audiovisual
El audiovisual es un mosaico de profesiones, y los extras como José Ramón son piezas esenciales. Aunque no aparecen en los carteles, su presencia da vida a las escenas: son los transeúntes en una calle, los clientes en un bar o los soldados en una batalla. “Somos los que llenamos el fondo, pero sin nosotros, las historias no serían creíbles”, reflexiona. Su trabajo, a menudo improvisado y exigente, requiere paciencia, adaptabilidad y una pasión que trasciende las largas jornadas.
En Galicia, el auge del audiovisual (impulsado por series como Fariña, Rapa o Asunta) ha creado oportunidades para personas como José Ramón. “Aquí hay talento y ganas, y cada vez se hacen más cosas”, destaca. Su trayectoria, que incluye figuraciones especiales en proyectos como Los enviados o Demokracia en Madrid, demuestra que el esfuerzo de los extras es tan valioso como el de cualquier otro miembro del equipo.
Más allá de los platós
La curiosidad de José Ramón le ha llevado más allá de los rodajes. Ha participado en programas como La Ruleta de la Suerte, Ahora caigo y Atrápame se podes, experiencias que describe como “divertidas y diferentes”. Su último proyecto, el videoclip Equilibrar con Hugo GZ y Guadi Galego, le permitió explorar un registro más protagonista, consolidando su evolución.
A sus casi 50 años, José Ramón no planea dejar su trabajo como técnico, pero tampoco su pasión por el audiovisual. “Mientras me sigan llamando, seguiré yendo. Es una forma de vivir aventuras sin salir de mi vida ¡qué debo decir que me encanta!”, afirma. Su agenda, con proyectos como Cuarto Milenio o La que se avecina, refleja su compromiso con un oficio que le llena de emociones.
Su historia es un homenaje a quienes, como él, dedican su tiempo libre a hacer del cine y la televisión un producto completo, complejo y vibrante. “No salimos en los carteles, pero estamos ahí, y eso es lo que cuenta”, concluye. Para seguir su trayectoria, los curiosos pueden buscarlo en redes como Instagram, donde comparte anécdotas de sus rodajes y poner mucha atención a lo que sucede tras el protagonista de la película, en cualquier momento podremos encontrarnos su rostro ya conocido.