Este domingo 26 de octubre, a las 3:00 de la madrugada, España retrasará sus relojes una hora para adoptar el horario de invierno, un ritual bianual que despierta cada vez más críticas. El cambio, que alinea la península y Baleares al huso UTC+1 y Canarias al UTC+0, reaviva un debate candente: ¿debería España mantener un horario fijo todo el año? El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reabierto la discusión en el Consejo de Energía de la Unión Europea, abogando por eliminar esta práctica que, según encuestas, rechaza el 66% de los españoles. En un país que vive una hora por delante de su posición geográfica, la propuesta de un horario permanente plantea preguntas sobre bienestar, ahorro energético y sincronía con Europa.
Un ritual bianual en cuestión
Cada último domingo de octubre, España y la mayoría de los países europeos ajustan sus relojes para el horario de invierno, recuperando en marzo el de verano. Este 26 de octubre, a las 3:00 de la madrugada, los relojes retrocederán a las 2:00, regalando una hora extra de sueño pero acortando las tardes. Esta práctica, instaurada en los años 70 para ahorrar energía tras la crisis del petróleo, ha perdido fuelle en su justificación. Estudios recientes, respaldados por el Gobierno español, indican que el ahorro energético es mínimo en la actualidad, mientras que los trastornos en los ritmos biológicos (como alteraciones del sueño o la productividad) afectan a millones de personas. «La ciencia nos dice que ya no supone un beneficio claro y que impacta en la salud», afirmó Sánchez en un vídeo en redes sociales, insistiendo en que el cambio bianual debe terminar.
Una hora por delante del sol
España vive en un huso horario que no corresponde a su geografía. La península y Baleares comparten el UTC+1 con países como Alemania o Francia, mientras que Canarias se alinea al UTC+0 con Portugal y el Reino Unido. Sin embargo, el meridiano de Greenwich, que pasa por Castellón, indica que todo el territorio español debería estar en el huso de Europa Occidental. Este desfase, que alarga los amaneceres invernales y extiende las noches veraniegas más allá de las 22:00, tiene raíces históricas. En 1940, durante la dictadura de Franco, España adelantó sus relojes una hora para alinearse con la Alemania nazi, una medida que nunca se revirtió. Como resultado, los horarios españoles son más tardíos que los de sus vecinos europeos: se come a las tres, se cena pasadas las nueve y el descanso nocturno se retrasa, afectando la conciliación y el bienestar.
Adoptar un horario permanente en el UTC+0, alineado con la hora solar, implicaría amaneceres y puestas de sol más tempranas. En Madrid, por ejemplo, en invierno el sol saldría hacia las 8:00 y se pondría sobre las 17:30, frente a las 9:00 y 18:30 actuales. En verano, los días seguirían siendo largos, pero anochecería hacia las 21:00. Este ajuste, según expertos, podría mejorar los ritmos biológicos y la productividad, aunque requeriría adaptar horarios laborales y sociales, un desafío en un país donde la jornada partida sigue siendo norma.
En Galicia, el impacto es notable: en invierno, el sol puede salir pasadas las 9:00 en lugares como Vigo, retrasando el inicio del día y prolongando las noches hasta bien entrada la tarde. Este horario tardío moldea costumbres (cenas a las 22:00, ocio nocturno extendido) pero también genera tensiones con los ritmos biológicos, afectando el sueño y la conciliación laboral. Adoptar permanentemente el horario de invierno (UTC+0) situaría a Galicia en su huso natural, alineado con el sol. En Vigo, como acabamos de comentar, el amanecer invernal ocurriría hacia las 8:00 en lugar de las 9:00, y el ocaso llegaría sobre las 17:30, frente a las 18:30 actuales. En verano, los días seguirían siendo largos, pero anochecería hacia las 21:00, no pasadas las 22:00. Este ajuste podría armonizar los horarios sociales con los ciclos solares, potenciando el bienestar, aunque implicaría adaptar costumbres arraigadas, como las cenas tardías o los eventos vespertinos.
Un consenso esquivo
La propuesta de Sánchez, presentada en el Consejo de Energía de la UE, busca liderar el fin del cambio bianual, pero choca con la falta de acuerdo entre los 27 Estados miembros. En 2018, una consulta pública de la Comisión Europea reveló que el 84% de los ciudadanos europeos apoyaba eliminar los ajustes horarios, lo que llevó al Parlamento Europeo a aprobar en 2019 una resolución para suprimirlos, dejando a cada país la elección entre horario de verano o invierno. Sin embargo, solo Chipre y Grecia muestran preferencia por mantener el sistema actual, mientras que Irlanda exige un estudio de impacto para evitar desajustes con el Reino Unido. Lograr una mayoría cualificada (15 Estados y el 65% de la población de la UE) sigue siendo un obstáculo.
El comisario de Energía, Dan Jorgensen, ha reconocido la demanda ciudadana, pero insiste en que la Comisión Europea solo apoyará una solución consensuada. «Es un tema que importa a millones, aunque no sea prioritario en la agenda política», señaló. España, con su respaldo ciudadano y argumentos científicos, apuesta por un horario permanente, aunque aún no ha especificado si optaría por el de verano (UTC+2) o invierno (UTC+0). El primero mantendría las largas tardes estivales, pero acentuaría el desfase invernal; el segundo, más natural, podría normalizar horarios, pero reduciría la luz vespertina en invierno.
Hacia un horario fijo
Mantener el horario de invierno todo el año devolvería a España su huso geográfico natural, potencialmente mejorando el sueño y la conciliación al alinear los ritmos biológicos con el sol. Sin embargo, implicaría noches más tempranas en invierno, un cambio que podría afectar sectores como la hostelería. Por su parte, el horario de verano perpetuo garantizaría tardes luminosas, pero mantendría amaneceres tardíos en invierno, alejando aún más a España de su hora solar. La decisión final, si la UE alcanza un consenso, requerirá un equilibrio entre ciencia, economía y preferencias sociales.
En Galicia, donde la luz solar es un bien preciado en invierno, la propuesta de un horario fijo despierta interés. Un UTC+0 natural podría reforzar la conexión con la vecina Portugal, facilitando el comercio transfronterizo en áreas como el Miño. Pero el camino hacia esa meta implica repensar costumbres arraigadas, desde las cenas tardías hasta los horarios de ocio. Mientras el debate avanza, este domingo los relojes retrocederán una vez más, recordando que el tiempo, en España, sigue siendo un desafío tan cultural como político.






















