Hay que tener una capacidad de fabulación desbordante o vivir en un país en guerra para imaginar siquiera la posibilidad de levantarte un día cualquiera de buena mañana y encontrar que a tu casa le falta una pared. Pero eso mismo es lo que le ha pasado a Joaquín Abreu Vidal, la única persona que vive (a duras penas) en el número 3 de la calle República Argentina de Vigo, y que este lunes ha acabado en el hospital con un ojo hinchado, un diente roto y la rodilla dolorida.
A Joaquín le agredió esta mañana el jefe de obra de la empresa Resigal, según ha contado el mismo Joaquín desde el hospital a Vigoé, porque lleva varios días vigilando de cerca las maniobras de esta empresa de la construcción, la cual está demoliendo la vivienda contigua a la suya, pero que de paso está convirtiendo la suya en una ruina como las que nos muestran cada día los telediarios en Gaza.
«El tipo se lleva quejando varios días porque los estoy intentando controlar, porque esta gente está haciendo lo que le da la gana. Están destrozando todo. Me han destrozado la casa entera, de arriba a abajo. Están intentando que me largue de ahí, que me largue», afirma Joaquín indignado.
Resumidamente: Joaquín asegura ser una víctima de lo que denomina «acoso urbanístico». Su vivienda es un impedimento para desarrollar en una parcela muy golosa de la ciudad, entre República Argentina y Areal, un negocio inmobiliario especialmente lucrativo.
Las presiones que hoy soporta Joaquín, según cuenta él mismo, las soportó hace ya mucho tiempo su abuelo, que fue de quien heredó esta vivienda en la que vive solo desde hace una década. Sucede que en 2021 se vino abajo un edificio abandonado en la misma zona. El desplome causó grietas en la vivienda de Joaquín, pero también alimentó el hambre de los constructores, según el propio Joaquín, que señala especialmente a uno: Fernando Copa Martínez, al que culpa de todos sus males.
«Soy el que quedo. Sólo quedo yo», afirma Joaquín, que esta mañana se ha quedado prácticamente sin sótano, el cual está justo debajo del inmueble número 5, que es que se está demoliendo.
«Han venido con una excavadora y me han rajado el sótano todo. Sin tener licencia. Por mucho que diga el ayuntamiento. Yo tengo el proyecto de derribo y no consta nada, no hablan para nada de mi sótano. Ni de la reconstrucción del mismo», afirma Joaquín, según el cual lo único que pretenden es que se vaya de su propiedad.
«Hoy entraron a saco, pero el otro día me abieron una vía de agua por el tejado de forma intencionada. Reventándome el canalón. Y me empezó a entrar agua. Además, haciéndolo un viernes para que no tengas opciones de contratar a nadie ni nada. Me entró el agua toda por la cocina. Achicando agua todo el fin de semana. Es que es demasiado», clama.
¿Qué dice el Concello?
El Ayuntamiento de Vigo, por su parte, explica que «el edificio número 5 de la calle República Argentina tiene una declaración de ruina, una orden de demolición y autorización del juzgado para proceder al derribo del inmueble». Añade que «la propiedad del edificio solicitó esta autorización al Juzgado porque comparte garaje con el edificio del número 3, y que le fue concedida con la condición de que reponga la situación previa una vez ejecutado el derribo».
Añade que los trabajos de demolición «cuentan con la pertinente licencia municipal y que la familia del inmueble colindante fue atendida por técnicos municipales, que le facilitaron el acceso a toda la documentación y le explicaron in situ la actuación que se está desarrollando».
Pero, según Joaquín, que esta cansado de llamar a la Policía, lleva tiempo esperando la visita de un técnico municipal que, como Godot, nunca llega. Y, mientras tanto, se desespera viendo cómo su vivienda se viene abajo en lo que considera un claro caso de corrupción.
La Policía
«La Policía me dice que tengo que denunciar. La Policía obligó a parar la obra en numerosas ocasiones. Por las condiciones de la obra. Al empezar la obra no había señales, ni señalizaciones. No se sabía quién era el promotor ni quién era el arquitecto. Las vallas, todas tiradas por el suelo. Hace lo que quiera. Entra por una parte de una finca que ni siquiera es suya, es del propio Ayuntamiento. Es el Ayuntamiento el que está permitiendo todo esto. Porque sabe Dios los chanchullos que hay ahí», afirma.
«Me dijeron el otro día en la Policía local: estate en casa que viene un técnico municipal. No apareció nadie. Y hoy lo mismo. Van a venir ahora por aquí los del ayuntamiento. No aparecieron, hombre. No aparecieron», asegura.
Joaquín ha ido recopilando testimonios, pruebas gráficas, documentos. Tantos ha acumulado que se ha quedado sin trabajo. Es camionero. Pero por quedarse en casa para documentar lo que está sucediendo, se ha quedado sin empleo. Lo tiene todo, dice. Aunque ha pagado un alto precio. Puede demostrar que es víctima de un atropello. Y, sin embargo, teme cómo va a terminar todo esto. Y no cree que vaya a ser de la mejor de las maneras para sus intereses.
«Lo que van a hacer es desalojarme de ahí y fuera. Esa es la intención. Por eso hoy entraron con una excavadora de las grandes. Y lo arrancaron todo», concluye.






















