Los buzos que forman parte del conjunto escultórico del Capitán Nemo vuelven a la ensenada de San Simón tras recibir un tratamiento de choque para recuperar su brillo y esplendor.
Tal y como avanzó VIGOÉ, las figuras se estaban sometiendo a una completa restauración debido al mal estado y desgaste en el que se encontraban provocado por las corrientes marinas que se cruzan entre la playa de Cesantes y la isla de San Simón. Y la Fundición Arte Bronce, en Goián, dirigida por Cuqui Piñeiro fue la encargada de llevarla a cabo tras un encargo de Sergio Portela, autor del conjunto escultórico junto a Ramón Lastra. Este miércoles, el conselleiro de Cultura, José López Campos, se acercó hasta la zona para comprobar el resultado.
Con una inversión de 14.500 euros por parte de la Xunta, López Campos apuntó que esta actuación responde a la «implicación» del Gobierno gallego «con las demandas de las administraciones locales para la conservación de los puntos de interés cultural en sus ayuntamientos».
En este sentido, el representante autonómico, que estuvo acompañado por el director xeral de Cultura, Anxo M. Lorenzo, destacó el «gran trabajo realizado por el estudio de Sergio Portela para la rehabilitación de las figuras de los buzos expuestas al deterioro por la acción del mar».
Así, puso en valor el interés de las esculturas, que recuerdan la referencia a la Ría de Vigo y a la Batalla de Rande en la novela de Julio Verne ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’, «como una manera de unir historia y literatura con la isla de San Simón de fondo».
Los estudios previos realizados sobre el conjunto detectaron el mal estado de los buceadores derivada del propio lugar en el que se encuentran por la subida y bajada de la marea.
Las piezas sufrían la invasión de conchas de lapas y mejillones, la falta de algún complemento e, incluso, algún desprendimiento, por lo que se solicitó la intervención de la que se hizo cargo la Consellería de Cultura, Lingua e Xuventude.
Dadas las características de su localización, en la ensenada de San Simón, y las limitaciones de los cambios de la marea, las figuras fueron trasladadas al taller para su limpieza y reparación y devueltos de nuevo a su lugar, «donde espero sigan disfrutando de su peculiaridad tanto los vecinos como los visitantes», apuntó López Campos.