La ciudad de Vigo ha recordado los últimos fusilamientos del franquismo, llevados a cabo el 27 de septiembre de 1975, con un acto en el cementerio de Pereiró. Varios cientos de personas acudieron a la llamada por la Asociación 27 de Septiembre para homenajear, en particular, a Xosé Humberto Baena, de Vigo, uno de los cinco fusilados y al que legalmente, después de una prolongada lucha legal por parte de su familia y de diversas asociaciones, se le reconoció como asesinado, y no como asesino, luego de aquel juicio sin ningún tipo de garantía en el que ni siquiera se admitieron testificaciones que hubieran demostrado, precisamente, su inocencia ante los hechos que se le imputaban.
Baena pertenecía al FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), pero no fue el asesino de nadie y ni siquiera estaba en Madrid en el momento de producirse los asesinatos que se le imputaban, sin embargo, no tuvo la oportunidad de que se pudiera demostrar su inocencia. El régimen tenía prisa por ajusticiar a unos culpables y a Baena le colgaron la culpa.
Después de horrorosas torturas y prolongados interrogatorios tuvieron lugar unos juicios sin ningún tipo de garantías y finalmente fueron declarados culpables y condenados a muerte. En la mañana del 27 de septiembre de 1975 fusilaron a Xosé Humberto Baena, sin importar su inocencia. Aquellos juicios y fusilamientos fueron los estertores de un régimen que se descomponía, pero cuyos tentáculos todavía llegan hasta la actualidad enmascarados por la democracia.
Nadie va a devolverle la vida a Humberto Baena, pero su familia ha conseguido demostrar su inocencia. Quienes tuvimos la oportunidad de tenerlo de compañero durante el bachillerato en el Instituto Santa Irene, de Vigo en los años finales de la década de los años sesenta, siempre lo recordamos —y lo recordaremos— como una gran persona y buen compañero, con una gran conciencia social, eso sí, pero absolutamente pacífico, incapaz de matar a nadie, y ese es el recuerdo que nos queda.