El Colegio María Inmaculada-Carmelitas Vedruna de Vigo ha dado el pistoletazo de salida a las celebraciones de su centenario con una jornada que fusiona pasado y futuro bajo el sol de la playa de Samil. Este curso 2025/26, el centro conmemora no solo sus 100 años de presencia en la ciudad olívica, sino también el bicentenario de la fundación de la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, una institución que ha sembrado valores de inclusión, comunidad y compromiso en generaciones de estudiantes. La primera actividad de este año tan especial reunió a los alumnos de primaria en una convivencia vibrante, bajo el lema «Abrazar el futuro», que marcó el tono de un curso cargado de simbolismo.
En la arena de Samil, y las islas Cíes como telón de fondo, los niños de primero a sexto de primaria compartieron risas, juegos y lecciones de vida. La jornada, diseñada para fortalecer lazos entre cursos y edades, no solo celebró un hito histórico, sino que reafirmó la esencia de un colegio que, desde 1926, ha sido faro educativo y ético en la ciudad.
Una convivencia para unir generaciones
La playa de Samil, ese oasis urbano donde el Atlántico abraza la ciudad, fue el escenario elegido para dar inicio a las celebraciones. Los estudiantes de primaria, agrupados de manera heterogénea, rompieron las barreras de la edad para compartir una mañana de actividades al aire libre. Los mayores, convertidos en guías y cuidadores de los más pequeños, lideraron juegos en la arena, dinámicas de equipo y talleres que hicieron de la convivencia un mosaico de risas y aprendizaje. Desde castillos de arena hasta carreras de relevos, la jornada destiló un mensaje claro: la comunidad se construye con inclusión y colaboración.

El diseño de la actividad, lejos de ser un simple encuentro recreativo, respondió a la filosofía que ha guiado al colegio durante un siglo. Como explica Teresa Portela, responsable de comunicación y marca del centro, «no hay mejor manera de abrazar el futuro que celebrar cien años en Vigo con una convivencia en nuestra maravillosa playa de Samil. Esta jornada refleja quiénes somos: una comunidad que fomenta el compañerismo, la acogida y los valores que nos han definido desde nuestros orígenes». La elección de Samil, un espacio emblemático para los vigueses, añadió un matiz de pertenencia: el colegio no solo educa, sino que se arraiga en el pulso de la ciudad.
Samil: un aula al aire libre
La elección de la playa de Samil como escenario no fue casual. Este enclave, con su paseo marítimo y su horizonte abierto al Atlántico, es un símbolo de la identidad viguesa, un lugar donde las familias se reúnen y los niños descubren el mundo jugando con las olas. Para los alumnos, la jornada fue una lección viva sobre el trabajo en equipo y la inclusión, valores que resonaron en cada actividad. Los más pequeños, guiados por sus compañeros mayores, aprendieron a colaborar en un entorno lúdico, mientras los mayores asumieron roles de liderazgo con naturalidad. «Fue un día extraordinario», describe un docente del centro, «porque los niños no solo jugaron, sino que se sintieron parte de algo más grande: una comunidad que cumple 100 años».
El sol de septiembre, que aún guarda ecos del verano, acompañó a los estudiantes en una experiencia que trascendió lo festivo. Construir un castillo de arena, correr entre las dunas o compartir una merienda al aire libre se convirtieron en metáforas de lo que el Carmelitas Vedruna representa: un lugar donde cada gesto, por pequeño que sea, construye comunidad.
Un legado centenario en Vigo
Fundado en 1926, el Colegio María Inmaculada-Carmelitas Vedruna ha sido testigo y protagonista de la evolución de Vigo. Desde sus aulas, situadas en el corazón de la ciudad, ha formado a miles de estudiantes bajo los principios de la Congregación de las Hermanas Carmelitas, creada en 1826 por Joaquina de Vedruna. Esta doble efeméride (100 años en Vigo y 200 años de la congregación) subraya un compromiso con la educación integral, donde el conocimiento académico se entrelaza con valores como la solidaridad, el respeto y el servicio a los demás. A lo largo de un siglo, el colegio ha sabido adaptarse a los retos de cada época, desde la posguerra hasta la era digital, sin renunciar a su esencia humanista.
La convivencia en Samil es solo el preludio de un curso repleto de actividades conmemorativas: exposiciones sobre la historia del centro, charlas con exalumnos, proyectos solidarios y eventos culturales que involucrarán a toda la comunidad educativa. «Queremos que este centenario sea una celebración colectiva, un momento para mirar atrás con gratitud y adelante con esperanza», apunta Portela. En un Vigo que crece entre la tradición marinera y la modernidad, el colegio se erige como un puente entre generaciones, un espacio donde los valores perduran.
Hacia un futuro con raíces
El centenario del Colegio María Inmaculada-Carmelitas Vedruna no es solo una mirada al pasado, sino una invitación a imaginar el porvenir. En un mundo acelerado, donde la educación enfrenta retos de digitalización e incertidumbre, el centro reafirma su apuesta por una enseñanza que pone a la persona en el centro. La convivencia en Samil, con su lema «Abrazar el futuro», marca el tono de un curso que promete ser un hito en la historia del colegio y de Vigo.
Mientras los niños regresaban a casa con arena en los zapatos y sonrisas en el rostro, la ciudad olívica celebraba, una vez más, su capacidad para tejer comunidad. En el Carmelitas Vedruna, el centenario no es solo un número: es la certeza de que, tras cien años, el futuro se abraza con la fuerza de los valores que nunca envejecen.