Poco a poco el turismo va apropiándose de las calles y plazas de la ciudad de Vigo. No sabemos hasta cuándo va a continuar haciéndolo, con sus ventajas para el trabajo y la economía local, pero también con sus enormes inconvenientes para el precio de la vivienda y para la masificación de la urbe. Sea como fuere, la ciudad palpita intensamente, sobre todo, en los días festivos, con un considerable aumento del tráfico rodado y de transeúntes en sus calles. La controversia está servida, con defensores y detractores.