En la ciudad de Vigo se aprecian numerosos edificios a los que se les han añadido alturas sin conservar la homogeneidad de su fachada. Durante los años sesenta del pasado siglo XX se consintieron numerosas actuaciones de ese tipo que ahora difícilmente son recuperables, algunas de ellas tan escandalosas como el derribo de notorias obras arquitectónicas. En la actualidad, en la lejanía de aquellos años de permisividad absoluta, todavía se observan las consecuencias y lo idóneo sería que se velara por evitar que se repitieran otras similares. Las decisiones políticas prescriben con el paso del tiempo, pero la memoria colectiva de la ciudadanía las sigue recordando, tanto las aberraciones en sí mismas como los responsables políticos que las permitieron. Que aquello sirva de lección y que no se repitan hechos similares.