Eso que muestra la foto es un pulpo “á feira” transportado en unas bolsas de plástico, unas dentro de otras, herméticamente cerradas y con algo del agua de su cocción. Lo llevan con rapidez para consumir en casa, todavía caliente. Seguro que estaba delicioso. Sin embargo, el buen pulpo hay que degustarlo en el propio establecimiento donde lo preparan, con su típico plato de madera empapado en la misma agua de cocerlo, aderezado con un puñado de sal gruesa, con un buen chorro de aceite, una generosa dosis de pimentón picante, unos palillos y un buen pan de bolla, con mucha miga. Porque al llevar el pulpo “á feira” para casa pierde parte de la textura y del auténtico sabor, además del indispensable glamour, porque el tomar pulpo “á feira” también tiene mucho glamour. Dicen que el mejor pulpo “á feira” se prepara en Carballiño, en Ourense, pero, hoy en día, en la ciudad de Vigo, que al fin y al cabo no deja de ser el barrio marinero de la provincia de Ourense, también hay lugares donde el pulpo merece un sobresaliente. Sin embargo, no haremos más propaganda que la que se hace con el eficaz boca a boca, y sólo insinuaremos ese famoso establecimiento de la Rúa Rosalía de Castro, esa taberna histórica en un callejón de la Porta do Sol, o esa cervecería y vinoteca del entorno de la Praza da Independencia que tiene una pulpeira en la puerta todos los domingos por la mañana. Seguro que hay algunos más. Pero está claro que el mejor pulpo “á feira” se toma en la calle, y no en casa.