Cada mañana, miles de personas en Vigo y más allá comienzan el día con un ritual: consultar las previsiones de Torallamar. Este proyecto, impulsado por la Estación de Ciencias Marinas de Toralla (Ecimat), del Centro de Investigación Marina de la Universidad de Vigo, cumple 12 años como un faro de datos oceanográficos y meteorológicos en tiempo real.
Desde la isla de Toralla, frente a la playa de O Vao, Torallamar no solo apoya la investigación científica, sino que se ha convertido en una herramienta esencial para la comunidad, desde nadadores y pescadores hasta amantes de los amaneceres en todo el mundo.
Un comienzo con triple propósito
Cuando Torallamar echó a andar en 2013, sus objetivos eran claros: respaldar las investigaciones de Ecimat, generar series temporales de datos en el centro de la Ría de Vigo (una zona sin registros continuos hasta entonces) y acercar esta información a la sociedad.
“Comenzamos con un triple objetivo: dar soporte a las investigaciones de ciencias marinas, tener series temporales largas y abrirlo a los usuarios porque notamos que había una alta demanda”, explica González. Lo que no esperaban era la cálida acogida que recibirían. “El feedback nos sorprendió gratamente. Torallamar se ha convertido en una referencia diaria, tanto por la temperatura del agua en las playas como por la predicción meteorológica. Estamos muy contentos”.
El proyecto, que publica actualizaciones tres veces al día en redes sociales como Twitter (ahora X), Facebook e Instagram, acompaña sus datos con imágenes de la ciudad, desde amaneceres hasta atardeceres. Estas publicaciones han conquistado a una audiencia diversa, que incluye desde vecinos de Vigo hasta seguidores en lugares tan lejanos como Estados Unidos o Indonesia.
“Mucha gente nos sigue desde fuera, en buena parte por cierto vínculo con la ciudad. Cada mañana posteamos una foto de Vigo junto a los datos, y eso es una pequeñita ventana a la ciudad”, destaca González.
Un puente entre ciencia y sociedad
Torallamar no solo ofrece datos prácticos como la temperatura del agua, la salinidad o la dirección del viento. También ha sabido despertar la curiosidad científica en la comunidad. “La gente llega para ver la temperatura del agua y poco a poco va preguntando más. Nos envían fotos de cosas que encuentran en la playa, preguntan qué es y si es normal. Es muy grato que te pregunten cómo va el tiempo o la temperatura del agua en su playa favorita”, cuenta González.
Este diálogo constante ha permitido al proyecto visibilizar el trabajo de Ecimat y fomentar un interés creciente por la ciencia marina. “Quizás el primer día solo les importa la temperatura, pero con el tiempo despierta interés en otros conceptos científicos”.
El impacto de Torallamar trasciende lo local. Su papel como observatorio de referencia para eventos náuticos, como el Desafío Islas Cíes o la Batalla de Rande, ha sido clave para garantizar la seguridad y el éxito de estas actividades.
Además, su alcance internacional se debe, en parte, a las imágenes que comparte. “Hemos detectado un perfil de gente que ha llegado por las fotos de amaneceres y atardeceres, y que de manera indirecta se ha quedado con nosotros”, añade González.
Innovación tecnológica al servicio del mar
En estos 12 años, Torallamar ha incorporado herramientas como sondas con sensores de turbidez y visores de corrientes en tiempo real, pero su mayor logro es su continuidad. “Lo más importante, y menos visible, es que hemos sido capaces de mantenernos en el tiempo. El mundo de la ciencia funciona por proyectos con fecha de fin, pero nosotros hemos evolucionado hasta convertirnos en un polo estructural”, subraya González.
La serie temporal de datos, recopilada cada 10 minutos en el corazón de la Ría de Vigo, es uno de los mayores hitos del proyecto. “Es un logro como centro, y estamos muy orgullosos de cómo está funcionando y llegando a las personas”.
Además, Torallamar mide parámetros menos visibles pero cruciales, como el pH del agua, clave para estudiar la acidificación marina y el cambio climático, o la diversidad del plancton, que influye en la producción pesquera y del mejillón. “Estas medidas no tienen visibilidad pública inmediata, pero a largo plazo nos permitirán obtener información muy relevante para nuestros estudios”, explica González.
Una mirada al futuro: más ciencia, más comunidad
De cara a los próximos años, el principal objetivo de Torallamar es mantener su labor, un desafío en el ámbito científico. “Para la comunidad científica, mantenerse es siempre un reto”, admite González. Sin embargo, el proyecto no se conforma con la continuidad.
Entre sus metas está incorporar nuevas medidas, como un seguimiento más detallado de la composición del plancton y estudios metagenómicos para entender mejor las comunidades marinas. “El plancton influye en toda la producción pesquera y de mejillón, pero no lo vemos. Queremos hacer llegar más medidas a la comunidad y despertar su curiosidad en aspectos menos habituales, más allá de la temperatura”, señala.
Torallamar también aspira a seguir siendo un puente entre la ciencia y la sociedad. “Nos gustaría que la gente se interese por conceptos científicos menos conocidos. Que pregunten, que se involucren”, dice González. Este enfoque cercano ha convertido a Torallamar en algo más que un observatorio: es una herramienta que conecta a las personas con el mar y con la ciencia que lo estudia.
La campana de Vigo
Para muchas personas y para algún medio como el nuestro, Torallamar es la “campana de entrada al colegio”. Cada mañana arranca con sus previsiones que marcan el pulso de la ciudad y un recordatorio de la importancia de entender y proteger el entorno.
Tras 12 años, Torallamar no solo ha consolidado su lugar como referencia científica y social, sino que ha demostrado que la ciencia, cuando se comparte con cercanía, puede transformar la forma en que miramos el mar.