Quien pudo ver el homenaje a Nadal en Roland Garros y no le cayera alguna lágrima es que se trataría de un robot. ¡Qué acto más emocionante! Me descubro ante nuestros vecinos los franceses cuando se trata de dar un homenaje. Y eso que no era uno de los suyos. Perdón, ¡sí que era uno de los suyos! Rafa Nadal ya hace unos cuantos años que es patrimonio de los franceses, y eso se pudo comprobar cuando en los pasados JJ.OO., Zinedine Zidane le pasó el penúltimo testigo al amparo de la Torre Eiffel. Para que los franceses te permitan ese privilegio es que ya tienes nivel para recibir la Legión de Honor.
La pista central de Roland Garros, reconstruida hace no tanto, estaba poblada por un público vestido con una camiseta color arcilla y la leyenda «Merci Rafa», con un precioso video de Nadal (en el marcador) ganando las 14 «copas de los mosqueteros», y con su nombre en el resto de pantallas.
Nadal dio las gracias a toda su familia, a su tío-entrenador, a su equipo, a todos los presidentes de la F.F.T., y a los directores y personal de Roland Garros, sin olvidarse de la afición de su torneo preferido. No se le quedó nadie en el tintero. Lo hizo en español, en un correcto inglés y en un macarrónico francés.
También el acto estuvo lleno de emoción cuando los cuatro componentes (y amigos) del Big Four se reunieron en la pista. Aparecieron Federer, Djokovic y Murray que con Nadal dominaron el tenis de los últimos veinte años. Esa foto no tiene precio.
Pero quizá el detalle-sorpresa que Roland Garros le tenía
preparado a Nadal lo sobrepasó todo, y fue descubrir, al lado de la red de la Philippe Chatrier, una baldosa blanca con la huella de Rafa y el número 14 al lado de su nombre. No se podía hacer mejor por parte de la organización. El nombre de Rafael Nadal quedará, de esta manera, unido «per eternum» a la arcilla de Roland Garros.
Y es que los franceses cuando se trata de homenajear a «uno de los suyos» lo hacen como nadie. Para terminar estas palabras sólo se me ocurre decir, «¡chapeau!» a los organizadores y a D. Rafael Nadal, «¡te lo mereces!»