Iago Aspas Juncal. No podía ser otro. Nadie como ÉL. Jugador que ha marcado las dos últimas décadas del Celta. Otra noche inolvidable y otra vez el mismo protagonista de los últimos tiempos celestes. Se le merece Aspas y se lo merece la afición viguesa.
El Celta entró definitivamente este sábado 24 de mayo en otra era. Una nueva época marcada por su nuevo entrenador, Claudio Giráldez. La proeza es mayúscula. Con una decena de jugadores que hace unos días se bregaba en el filial. Con dos retoques de veteranía. Y con el genio de Moaña al frente.
Europa regresa a la vida del Celta, por décima vez, casi 10 años después. No es casualidad.
Y falta un 10 en esta serie de coincidencias, pero ni siquiera hace falta verbalizar a quien corresponde, ni ensalzar lo que hizo o soñar con lo que hará. Sus lágrimas de frustración y tristeza en Old Trafford son ahora de felicidad.
La afición vive con entusiasmo este regreso, se siente parte de él. Y lo es, más que nunca. El Celta vuelve a Europa con una clara identidad, con raíces fuertes y profundas, con orgullo, de la mano de los hijos de una pasión.
Otro 10, gigante de la historia del Celta, se sacó una vez su camiseta celeste para mostrar un mensaje que este club, dirigentes, plantilla, cuerpo técnico y empleados gritan.