Lorelei, así se llama el velero que captura todas las miradas en Bouzas. Entre embarcaciones tradicionales y yates de menor envergadura. Sus dos mástiles se alzan imponentes, como un faro de historias pasadas y sueños futuros. Este velero, actualmente en proceso de restauración, es el proyecto personal de Javier García Romero, un apasionado del mar que dedica su tiempo libre a devolverle la vida a esta embarcación con un pasado tan fascinante como su presente. La historia del Lorelei es una de tesón, ilusión y amor por la navegación, y en Vigo se ha convertido en un símbolo de perseverancia.

Lorelei, un velero con historia
La travesía del Lorelei comenzó mucho antes de llegar a Bouzas. Javier, marinero de profesión y sobre todo corazón, conoció en Baleares a un barcelonés que le habló de un velero con un destino singular. Este barco, que entonces navegaba bajo otro nombre, había sido adquirido por una ONG de mujeres gazatíes para participar en la campaña Women’s Boat to Gaza en 2016, una iniciativa de la Freedom Flotilla Coalition que buscaba desafiar el bloqueo naval israelí en la Franja de Gaza. Sin embargo, un fallo en el motor dejó al velero varado en Barcelona, donde su futuro parecía reducirse a convertirse en chatarra.

“Desde que supe que el barco se encontraba varado en Barcelona, me acercaba a él periódicamente y hacía una pequeña oferta por un barco que no tenía otro destino que terminar convirtiéndose en chatarra”, recuerda Javier con una sonrisa. Finalmente, tras negociaciones, logró hacerse con él justo antes de que fuera enviado al desguace. “Comprar el barco fue uno de mis mayores errores económicos”, confiesa entre risas, “¡Nunca pensé que estuviese tan mal!”.
Un proyecto de corazón
El Lorelei se convirtió en un proyecto a largo plazo para Javier. Durante cuatro años, el velero permaneció en el varadero de Meira, donde se reparó su casco y se reformó parte de su cubierta. Este proceso, lento pero constante, fue un acto de fe en un barco que, como dice Javier, “es diferente; no sé por qué, desde el primer momento llamó mi atención”. Hace cuatro años, el Lorelei navegó hasta Bouzas, donde ahora ocupa una plaza en el puerto, marcando un hito en su renacimiento.
Aunque el velero ya puede navegar a motor, aún no está listo para desplegar sus velas al viento. “Las velas mayores y el génova de proa se las puse a mitad de abril”, explica Javier. El siguiente paso es instalar un nuevo orbitrol, la válvula que controla la dirección, para perfeccionar el gobierno del barco. Una vez resuelto este detalle, el Lorelei estará listo para surcar la ría de Vigo, un primer paso hacia horizontes más amplios.
Sueños de alta mar con el Lorelei
Preguntado por el futuro del Lorelei, los ojos de Javier brillan con un entusiasmo contagioso. “Una vuelta al mundo, como todo soñador marinero”, confiesa. Pero antes de emprender esa gran aventura, tiene planes más inmediatos. Con experiencia previa en Ibiza, donde trabajó realizando charters con una embarcación más pequeña, Javier ve en el Lorelei una oportunidad para ofrecer travesías por la zona. “Posiblemente, antes de esa gran aventura, el Lorelei esté un par de años dedicado a lo mismo por aquí”, cuenta.
Entre sus proyectos está el Camiño de Santiago Marítimo, una ruta que combina la navegación con la esencia cultural del Camino. Actualmente, Javier trabaja en una empresa del sector marítimo, pero su visión está puesta en convertir el Lorelei en una experiencia única para quienes busquen descubrir la costa gallega desde el mar. “Es un barco con alma”, asegura, y su entusiasmo hace difícil no imaginar las historias que este velero aún tiene por contar.
Un símbolo de resiliencia
El Lorelei es más que un barco, en proceso de restauración; es el reflejo de la determinación de Javier y de su amor por el mar. Cada tornillo ajustado, cada vela colocada, es un paso hacia la realización de un sueño que comenzó con un velero varado y una oferta arriesgada. En Bouzas, donde sus mástiles se recortan contra el cielo, el Lorelei no solo atrae miradas curiosas, sino que inspira a quienes conocen su historia.
Mientras Javier continúa trabajando en su proyecto, el Lorelei espera pacientemente el momento de zarpar. Ya sea surcando la ría de Vigo, llevando peregrinos por el Camiño Marítimo o, quién sabe, navegando hacia destinos lejanos, este velero está destinado a dejar huella. Como dice Javier, “es un barco diferente”, y en sus velas se teje la promesa de nuevas aventuras.